Ese día estaba más que contenta, me habías comentado a través de uno de tus alcones que regresarías. Por algo era obvio mi actitud. Inclusive Naruto también estaba ansioso, pues desde que le había contado lo que iba a hacer, estuvo esperando junto conmigo ese día.
Acompañada del Hokage y del Uzumaki, te vimos a lo lejos dirigirte hasta nosotros. Mordí mi labio para calmar la emoción y hasta apreté mis puños. Quería verte, quería aclarar de una vez por todas lo que sentía.
A medida de que te acercabas, pude notar que tenías compañía.
Se trataba de nada más y nada menos que...
― ¡Oh! ¡Sakura-chan! ―Pude escuchar el exclamo de Naruto hacia la pelirrosada que se acercaba. No me preocupé mucho por el que vinieran juntos, quizá se habían encontrado en el camino y decidieron regresar con la compañía del otro.
― Espera, ¿de quién es ese bebé al que Sakura trae en brazos?
Abrí mis ojos como platos al distinguir a una pequeña criatura reposar en los brazos de la mencionada. Y no sólo eso, tenía consigo muchos rasgos característicos a los tuyos. Tú y ella se acercaban más y más, provocando que sintiera un profundo hueco en el pecho.
Cuando finalmente todos estuvimos frente a frente, no pude evitar analizar con la mirada a ese bebé que era exactamente igual a ti. Pude sentir tus ojos posados en mí, así que te dirigí la mirada, aún sin saber qué ocurría del todo.
― Sakura-Chan, ese bebé...¿de quién es?
― ¿No es obvio? ¡Es mío y de Sasuke-kun, shannaro!
Y sólo bastó esa simple respuesta para sentirme decepcionada y alguien completamente despreciable.