Sonreí por inercia, totalmente enternecida por la escena que presenciaba. Persistí con la idea de no lagrimear, más parecía algo imposible no hacerlo. Y es que desde que di a luz a nuestro primer hijo, había retenido las lágrimas hasta el momento. ¡Era tan inevitable! ¿Cómo no sentir ternura infinita con tal escena frente a mi? El mismo Sasuke Uchiha conviviendo con un niño, con un bebé. Lo mejor de todo es que no era cualquier bebé, era nuestro y nada más.
Sin darme cuenta, lágrimas se resbalaban por mis mejillas sin descanso alguno. Al notar mi presencia, te diste media vuelta sosteniendo al pequeño Akihiro Uchiha en tu brazo, quien dirigía su mirada hacia mi también, tan puro, tan inocente.
Una débil carcajada salió de mi boca, mientras limpiaba los cristales que salían de mis ojos con los dedos de mi mano izquierda. Me estaba poniendo sentimental y todo, mostrándome vulnerable ante ti.
— ¿Quién es la llorona ahora, eh? —burlaste, mirándome fijo. Rodeé mis ojos y me acerqué a ti, extendiéndole mi dedo índice derecho al bebé, a la par de que analizaba sus finas y delicadas facciones. Se parecía mucho a ti en realidad, a excepción de sus ojos, los cuales eran de un tono verde, detalle que era extraño, puesto que ver ese color en un Uchiha resultaba extraño, sin embargo, suponíamos que era especial y único en su especie.
Al cabo de un rato, el descendiente Uchiha se quedó dormido por completo en su lugar correspondiente. Mientras tanto, tú y nos disponíamos a mirarlo dormir. Te dirigí la mirada por un momento. Desde que el pequeño llegó a nuestro hogar, se te notaba un poco más ansioso, como si quisieras que los años pasaran rápido para poder pasar más tiempo con él allá afuera. Sé que querías llevártelo a tus viajes, enseñarle jutsus como el chidori, o verlo despertar el tan famoso sharingan característico del clan.
— El tiempo pasa rápido —comentaste en un susurro, pues tampoco querías despertar a tu hijo. Me devolviste la mirada y esbozaste una cálida sonrisa. Me atreví a tomar tu mano en ese momento, apretándola un poco.
— No lo negaré. Un día estaba completamente molesta contigo y para el otro ya estaba convirtiéndome en la señora Uchiha —dije divertida, aunque cambiando ese semblante a uno más serio tras recordar aquellos momentos—. Ahora no son más que recuerdos —murmuré, haciendo referencia a lo dicho.
— Antes de llevarme la contraria, deberás escucharme primero —burlaste, entrelazando los dedos de nuestras manos. Asentí levemente con la cabeza.
— Perdóname por eso.
— Perdóname tú a mi por no haber ido a buscarte antes —te disculpaste de igual forma, con calma.
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