Pasaron nuevamente días, semanas y hasta inclusive meses, hasta que volví a acostumbrarme a tu compañía diaria.
Nuestra relación mejoraba, más no del todo. 'Eso' seguía presente entre ambos, 'eso' nos impedía volver a estar juntos.
Aunque, nunca me gustó culpar a Sarada. Ella no tenía culpa de absolutamente nada, y hasta llegaba a considerar que se trataba de una chica bastante simpática.
Sobre Sakura, nunca te dedicabas a detenerte a hablar sobre ese tema. Como si se tratase de una persona más, como si nada, pero eras tú, algo insensible con la gente. Tampoco podía esperar demasiado.
— ¿No extrañas a tu esposa? —Pregunté de repente, curiosa por saber la respuesta. Sin embargo, al ver tu expresión burlona, arqueé una ceja.
— Para nada.