Corrí a recibirte, como era costumbre cada que llegabas de tus viajes. Me lancé a ti, siendo recibida por tu brazo, el cual rodeó mi cintura, aferrándome a ti. Sonreí y te miré.
— Feliz cumpleaños.
23 de Julio, tu esperado cumpleaños. Lo mejor es que después de años podíamos volver a celebrarlo juntos, obvio no perdí la oportunidad para prepararte un regalo, esta vez no lo olvidé.
— Gracias —agradeciste, tomando un poco de distancia, aunque en el fondo se te veía feliz. Tomé tu mano y te llevé dentro de nuestro hogar. Una vez dentro, fuiste sorprendido por la cena que había preparado para ti.
— Ahora que terminamos con la cena, quiero darte tu regalo —comenté, lista para levantarme de mi asiento y sin embargo, me detuviste tomándome de la muñeca, a lo que fruncí el ceño, dirigiéndote una mirada confusa—. ¿Qué sucede? —pregunté curiosa.
Me jalaste hacia ti, provocando que cayera encima tuyo, a lo cual aprovechaste para unir nuestros labios en un beso que se tornaba tranquilo y silencioso. Aún así, yo seguía confundida ante tal acción tan repentina.
Una vez tomamos separación entre nuestros rostros, noté cómo te acercabas a mi oído, con tal de susurrar cierta cosa.
— El mejor regalo que puedes darme ahora es un hijo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.