La fría noche había llegado, así que había decidido salir a refrescar un tanto la mente paseando por Konoha. Aquel día había sido algo pesado, así que aquello era lo menos que podía hacer por mí.
Como antigua costumbre, decidí visitar el antiguo campo de entrenamiento al cual asistía con regularidad en mis tiempos en los que era solamente una simple Gennin. Era algo nostálgico, pues no había cambiado del todo a pesar del tiempo. Me adentré en el lugar, recordando momentos de mi infancia e inclusive adolescencia.
Y entre esos recuerdos, estabas tú, con esa mirada llena de odio e inclusive desesperación por hacerte poderoso. Lo peor de la situación era que por andar pensando en ti, tu repentina presencia me hizo arrepentirme de ir a ese lugar.
— Qué inoportuno encontrarte por aquí —Tu voz me hizo sentir un escalofrío total. Solté un leve suspiro y te miré.
— ¿Y ahora qué harás, eh? ¿Volver a mentir? —Pregunté con notoria molestia.
— Podría hablar contigo y aclarar las cosas —Respondiste firme y hasta algo distante—.
— ¿Qué se supone que vas a explicarme? ¿El cómo le hiciste para procrear? —Agregué con cierta burla, soltando una débil carcajada.
Por tu parte, te acercaste a mí, con una expresión serena. Tomaste mi mentón con tu mano y me acercaste a ti, a tus fríos labios los cuales miré con recelo. Colocaste tus labios sobre los míos, más no los uniste como era de esperarse.
— Yo... —murmuraste—. Huyamos, juntos. Quiero volver contigo, quiero volver a estar a tu lado. Quiero que me deleites con tus estúpidas palabras, quiero despertar con tu cuerpo encima de mí. Quier—...
— ¿Acaso pensaste eso cuan—... —Tal parece que me devolviste la interrupción, pues uniste desesperadamente tus labios con los míos, sellándolos en un beso. Sin embargo, no hice nada ante aquello.
No logré sentir por completo ese antiguo sentimiento de antes.
Ya no.