Mi aventura en un nuevo mundo

Capitulo 39

Eileen estaba abrumada por la destrucción que se había llevado a cabo. Un pensamiento recurrente volvió a su mente, «una y otra vez personas buenas que sólo quieren vivir en paz son masacradas por el único motivo de estar cerca mía». Una profunda tristeza invadía su ser a medida que examinaba el lugar y veía las marcas de la batalla, buscaba sobrevivientes, pero no había nadie. El claro, que hasta hace nada estaba lleno de vida, ahora sólo había un silencio mortal. Con la mirada perdida vio a Alice abrazando fuertemente a Liza, con apariencia asustada y llorando, mientras ésta intentaba soltarse.

A Eileen le llegó a parecer una crueldad el realismo de los diseñadores al ver a esas 2 pequeñas llorando y desesperadas. Eileen se acercó ante ellas y al ser vista, las dos dejaron de moverse, como a la espera, sobre todo Alice.

—Lo siento —fue todo lo que pudo decir Eileen.

Alice, con el rostro lleno de horror, miró alrededor y no vio a nadie, dijo con voz entrecortada algunos nombres y tras no recibir respuesta volvió a derrumbarse llorando.

Liza inmediatamente fue a su lado y abrazó a la pobre chica, Eileen en cambio, se quedó petrificada sin saber qué hacer, le resultaba prácticamente insoportable la tristeza que emanaba y no paraba de martirizarse a sí misma por esta situación. Si Alice le hubiese pedido su muerte como compensación se la habría dado gustosa, bajo la premisa de que mantuviese a Liza; la sensación de impotencia la inundaba.

Cuando Alice lloró todo lo que tuvo que llorar, siempre con el apoyo sin fisuras de Liza, se levantó y se dirigió a Eileen.

—Tenemos que hablar.

Eileen, sorprendida por la elección de palabras de Alice, quedó muda. En su mente se dibujó el principio de una disculpa, pero Alice no la veía con furia o rabia, de hecho parecía haber una especie de frágil serenidad.

—Tienes que saber quién eres y lo que representas, lo que ha pasado aquí no ha sido casualidad.

Eileen no la estaba entendiendo ya que "Sweet Death" era una jugadora, sus acciones no podían tener nada que ver con algún tipo de evento. Por muy injusto que pareciese en su sociopatía había eliminado muchas vidas porque sí, o eso pensaba...

—La oráculo pensó que tendríamos más tiempo y podríamos instruirte con más calma, pero el destino tiene sus propios planes —Alice, con semblante tranquilo y voz clara, comenzó su explicación—. Aunque te parezca algo imposible de creer, en este mundo existen 2 fuerzas contrapuestas en permanente conflicto: la luz y la oscuridad.

La luz es fuente de la vida y la oscuridad de la muerte. La luz dio nacimiento al mundo y la oscuridad quiere ponerle fin. Ambas fuerzas han estado en permanente conflicto desde el principio de los tiempos buscando dominar a la otra, construyendo una estabilidad dentro de una permanente inestabilidad.

La oscuridad vaticinó la llegada de un destructor, su adalid: el Rey Demonio. Le otorgó sus bendiciones y lo alzó como un ser trascendente capaz de destruir este mundo, y así lo hizo en gran medida. De no ser por un grupo de jóvenes guiados por la luz lo habría completado, pero la oscuridad no fue derrotada, pues no puede serlo, simplemente se hizo más débil y quedó en un estado de letargo, pero paso a paso está despertándose, buscando influenciar este mundo hacia su destrucción.

Eileen no entendía a dónde quería ir a parar con ello, pero escuchaba con atención el relato de Alice. Mirándola con intensidad, Alice continuó su discurso:

—Aquí es donde entras tú, tu espada es el símbolo del elegido de la luz, no ha sido casualidad que llegase a tus manos, estabas destinada a poseerla. La luz te eligió para salvarnos de la oscuridad y derrotar al Rey Demonio. Esa chica que acabas de derrotar... era una aliada del Rey Demonio. Desgraciadamente, su matanza era algo destinado a suceder —dijo conteniendo las lágrimas.