Capitulo 16

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Eileen iba en el medio de la comitiva de exploración, eran un grupo de 8 guerreros avezados con armaduras gruesas de metal a lomos de caballos de batalla, estaba claro que no era una misión normal. Si conseguían un antídoto podrían devolver la esperanza y la alegría a los habitantes de la villa, que deprimidos veían cómo su vida se les escapaba de las manos sin poder hacer nada.

En este contexto la intromisión de Eileen y su empecinamiento en acompañarlos fue visto como una molestia, muchos no entendían por qué el líder al mando la había autorizado, aunque evidentemente no protestaron abiertamente por la decisión.

Pese a todo eran soldados, así que la trataron con la formalidad necesaria, ni una palabra amable, ni un poco de interés en ella, pero le dieron la información necesaria para mantenerse en el grupo.

Eileen por su parte sólo pensaba en ayudar a esas pobres personas que sufrían sin remedio, así que la actitud o cómo se sintiesen sus "compañeros" no podría importarle menos.

El bosque estaba tranquilo pero no por ello bajaban la guardia, sabían que la situación se podía convertir en un infierno en cuestión de segundos.

Vagaron por el bosque siguiendo al líder del grupo, un caballero cuya única distinción era que portaba una capa azul en vez de la roja que llevaban los demás soldados, que de vez en cuando se paraba para desenrollar un viejo mapa en forma de pergamino.

Cuando Eileen estaba cuestionándose el rumbo que estaba tomando la expedición, el líder de repente hizo una señal de alto, todos se pararon, luego hizo otra seña que indicaba desmontar de los caballos, todos cumplieron la orden al segundo para avanzar a pie en silencio a través de unos pequeños arbustos, y ahí estaba.

Una pequeña poza con agua cristalina de aspecto casi brillante y en el borde crecía una serie de plantas de hojas alargadas y pequeñas con tallos cortos, que Eileen comparó con palmeras pequeñas.

Al llegar, los soldados no pudieron evitar expresar su alivio por el cumplimiento de la misión relajándose un poco, sacaron sacos y frascos y comenzaron a extraer botellitas de agua y a llenar algunos sacos con las plantas.

Eileen estaba aliviada, al parecer la expedición iba a ser un éxito pero luego se dio cuenta de que estaban rodeados de una ligera niebla que se había ido haciendo más densa, rápidamente lo informó.

—Señor, hay algo que no está bien, desde hace un rato he percibido que una niebla cada vez más y más densa se cierne sobre nosotros.

Por toda respuesta el líder del escuadrón, que se había quitado el casco al igual que otros de sus seguidores mostrando a un soldado de unos 40 años con pelo a raya y un prominente bigote soltó un:

—¡Diantres! Todos a los caballos, ¡rápido, rápido!

Todos, incluida Eileen se pusieron a correr para encontrarse con un espectáculo dantesco, sus corceles estaban siendo descuartizados sin piedad por unos "Dientes de Sable", unos felinos exageradamente grandes en comparación con los que Eileen había visto por la tele, con unos prominentes dientes con los que cortaban los cuellos de sus animales y sus demás carnes para al cabo de un rato desaparecer para siempre.

Lo que más le llamo la atención a Eileen es que los animales a pesar de mostrar una cara de espanto inmensa junto a gestos de dolor no producían ningún sonido.

Pensó en preguntarlo pero el líder enseguida dio instrucciones a sus soldados para ponerse en formación de batalla, 4 lanceros con grandes escudos ocuparon el frente de manera inmediata, respaldados por 3 arqueros que se pusieron detrás de ellos, y en medio de las dos líneas el líder con una gigantesca hacha de guerra.

Mi aventura en un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora