A fondo

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Nadie hizo más preguntas de las necesarias, y el fue algo que Bellatrix agradeció profundamente.
Nadie le echó en cara haber escondido a la niña, que seguía durmiendo.

James confirmó que Hunter no tenía ninguna lesión grave, solo un fuerte golpe en la cabeza.
Le dejaron en su cama.

Cuando dejaron a les des hermanes abajo, Bellatrix, Samandra y James subieron al salón.
—Bien, ¿qué ocurrió? —preguntó James, muy profesional.

Bellatrix tragó saliva. No le gustaba contar algo tan privado de esa manera.
—Catherine es una Oscurial. Iba a tener un ataque o lo que sea. Llegamos justo a tiempo al sótano. La criatura salió de ella, lancé un Patronus y... No sé. Se descompuso o algo y nos lanzó una especie de onda expansiva. Yo no me di en la cabeza, pero Hunter estaba inconsciente.
Ningune se ha despertado desde entonces. La niña poco a poco va estando más débil. Es algo que la consume.

James asintió con convicción.
—Sí, es horrible. Tanto que nadie quiere estudiarlo. No hay solución. Y Voldemort quiere a gente como ella. Apenas hay. Hace bien en confiártela. Es peligrosa, y más en manos de ese... Ese ser.

Bellatrix suspiró.
—Catherine. Es muy nerviosa. Será mejor que solo me vea a mí cuando despierte, si no es su hermano. Id poniendo la mesa.

Les dos aceptaron y Bellatrix bajó.
Estaba templando. Tenía miedo. ¿De verdad quería saber las respuestas?

Se encaminó al dormitorio del traidor.
Estaba aún inconsciente.
Era aprovecharse de él. Se mordió el labio. Si eso era verdad, él se había aprovechado aun más de ella. Pero si no... Invadir así la intimidad de una persona.

Cerró los ojos. Nada de eso debía importarla ahora. Iba a cambiar. No podía sentir si quería ganar.
Se sentó a su lado y posó los dedos sobre sus sienes. La Legeremancia en este estado y sin varita era aún más efectiva. Era más directa. No había intermediarios.

Murmuró las palabras y cerró los ojos.

La mente de Hunter la absorbió.

Estaba en un paisaje nevado.
Veía a través de los ojos de otra persona.
Miraba hacia abajo. Sus piernas eran cortas. Un niño pequeño.

Avanzaba trotando hacia un hombre que Bellatrix reconoció enseguida: el supuesto padre de Hunter, el de la fotografía.
El niño se acercaba con los brazos extendidos.
El hombre sonreía y le imitó, dejando ver una marca negra en el antebrazo al estirar la manga del abrigo.
—¡Papá!

El niño le dio un abrazo. Sus ojos volaron a la marca.
—¿Es una herida, papá?

El padre se tensó un poco.
—Algo así. No debes preocuparte, Hunter.

El recuerdo cambiaba.

A través de los ojos de Hunter veía un salón. Bellatrix ya había estado allí. Era la antigua casa de Obey. Donde hablaron, donde todo comenzó.
Había tres personas más: su padre, un bebé castaño y una mujer muy guapa de pelo largo y enjoyada.
—Mamá —decía Hunter—, ¿y tu varita?

Su madre sonreía y se encogía de hombros.
El recuerdo cambió.
En ese mismo salón, pero otra situación.
Hunter debía estar escondido, porque nadie le miraba y se veía mal.

El padre de Hunter discutía con un hombre que...

Bellatrix jadeó.
Era su suegro. Strongwood.
—¿Cómo se te ocurre, estúpido? ¡Él nunca se fue! ¡No debiste haber hecho esa estupidez, Obey! ¡Lo pagarás muy caro! ¡Él volverá! —repetía Strongwood.

Ahí Hunter sentía miedo. Bellatrix notó cómo su desconfianza por aquel hombre crecía allí. Como el miedo en general. Las preguntas. Ese fue el día en que Hunter dejó de ser un niño, y Bellatrix se lo estaba robando.

Bellatrix Malfoy y James Potter: enemigos eternos.⛓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora