Capitulo 3

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Llegando a la residencia donde habitaba, comparé al lugar donde hace un momento me encontraba.

Los barrios bajos no eran nada similar a las mansiones, mientras los niños habitaban en casas pobres donde tenían escaza comida, las mansiones tenían hasta alberca y nada en ellas faltaba. Mi mansión a comparación de las mansiones vecinas, se distinguía por su inmenso jardín, su hermosa cochera eléctrica que colindaba a lado de aquel jardín, mientras en la habitación de la planta alta se encontraba una puerta de cristal la cual dirigía hacia el balcón.

Detrás de la mansión se encontraba un patio más grande que el jardín, ahí realizábamos reuniones familiares. Detrás de la residencia donde habitábamos, teníamos la vista de una parte de la playa. Podíamos ir cuando quisiésemos, ya que esa parte de la playa era privada y solo podíamos ir a disfrutar de ella los que habitábamos en esa residencia junto con nuestros familiares.

Mis tíos y mis abuelos habitaban a cuatro casas de la nuestra. Es decir que la mayoría del tiempo convivíamos. Mi prima Kayra era con la que mejor me llevaba puesto que era de mi edad. Su cabello era rizado el cual se esparcía hasta sus caderas y color rojizo, su faz contenía demasiadas pecas mientras su tez resaltaba en aquel color blanco. Realmente era más hermosa que yo, sus ojos violetas la hacían destacar. Yo sin embargo tenía el cabello café castaño el cual llegaba a mi cintura, mientras mi color de ojos eran azules como el mar, al menos eso último siempre me lo decía mi amado padre. Mi tez era blanca y era de una estatura  de 1.60 misma que tenía mi prima.

Baje la velocidad mientras más me acercaba a mi casa –Si es que así se pueda llamar- pero cuando estaba cercas de llegar, frene de repente. Mi padre se encontraba a fuera de la mansión, viéndome llegar, mientras su cara de enfado no se podía ocultar de aquel rostro blanco que contenía arrugas, con el ceño fruncido que hacía notar más aquel faz cansado de tantos problemas del trabajo y de tantos problemas que yo provocaba. Sin embargo, también me enfade.

Apague el auto y baje golpeando la puerta de este. Sus palabras no tardarían en salir.

-¿Por qué te saliste Abril? –Preguntó enfadado

-Tengo sueño padre. Dime, ¿Cuántos días me darás de castigo? Ya quiero dormir y no quiero desvelarme más –Respondí tranquila

-Te hemos consentido mucho Abril. Por lo visto ha sido un error. ¡Necesitas aprender! –Grito

-Padre, despertaras a los vecinos ¿Lo sabias?

-Mañana hablamos, te espero en mi oficina y si no vas, te juro que te consigo un trabajo y te vas de la casa. –Reí - ¡no estoy jugando! –Respondió con más enfado

-Vale, mañana iré. ¿De acuerdo?

-Eso espero

Me marche hacia la puerta de la casa, casi corriendo. En verdad deseaba dormirme como un oso, por lo que al entrar subí las escaleras de tres en tres. Llegando a la planta alta me dirigí a mi habitación, pero al ver mi cama, esta me incito a dormir. No proteste, solo dormí.

Abrí mis ojos pero el sol no tardo en fastidiarme con sus rayos, por lo que tuve que parpadear varias veces. Me gire nuevamente en la cama para cubrirme de aquella luz de los rayos, con el fin de dormirme de nuevo, pero el recuerdo de mi padre me levanto rápidamente, provocando que me duchara y vistiera rápido para llegar a su oficina, en la cual, hace una hora me estaría esperando. Me había pasado del tiempo, esta vez me mataría viva.

El traslado a su oficina no fue muy lento, puesto que casi no había carros en el camino hacia ella.

Llegue a la recepción, esperando que alguien me atendiera.

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