Capitulo 22

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Capítulo 4

“Un nuevo comienzo debe ser fundamental en esta vida, sin un comienzo todo se vuelve difícil. Difícil en todo sentido.” –Mariana Casas

Caminaba con los policías detrás de mí, llevaba en mis manos unas esposas las cuales no me quitarían hasta llegar al reformatorio. Subimos al auto, pero a diferencia de mí, ellos subieron en los asientos de enfrente y yo en los traseros.

Por los Dioses, esto no me podía estar sucediendo a mí. Tal vez pronto despertaría pero juraría al despertar, que esta ha sido la más terrible de todas las pesadillas que eh tenido. Se sentía tan real.

El auto manejo por horas, el reformatorio quedaba a tres horas de camino desde donde antes habitaba, hasta donde se encontraba mi nuevo infierno.

Las 3 horas me parecieron eternas y a su vez, reflexivas. Fueron suficientes para darme cuenta de mis errores, pero sobre todo, del más mayor. Enamorarme de Drew.

-Theo –susurre al ver su imagen en el cristal. Imagen que iba desvaneciendo poco a poco, mostrándome una nube cargada en el cielo. Pronto una tormenta se desataría.

-¿Qué ha dicho señorita? –Inquirió el copiloto, un policía de la misma edad de mi padre; alto, moreno y tez blanca.

-Nada –Respondí con un nudo en la garganta, de tan solo recordar a Theo y su muerte. Pero ¿Y si solo lo hubiesen encarcelado como a mí? Era ilógico. Una absoluta barbares.

El camino se hizo pesado entre más avanzábamos, tan solo quería llegar a comer y dormir una eternidad.

Mis plegarias llegaron hasta los oídos de los Dioses, porque cuando estaba a punto de rendirme, habíamos llegado.

-Puede bajar y quítenle las esposas, no las necesitara. –Ordeno un guardia que pertenecía a mi nuevo hogar temporal.

Los policías hicieron caso y luego subieron nuevamente al coche para marcharse. Camine hasta la recepción, cuya localización era dentro del edificio.

El reformatorio parecía más como un internado que como un reformatorio, solo por fuera. Por dentro, los pisos se encontraban en total limpieza y con ello, mucho griterío por el fondo.

-Buenas noches señorita ¿Su nombre? –La muchacha no llegaba ni siquiera a los 30 años, debía tener como 28. Sus gafas eran color negras y le asentaban bien a su rostro.

-Abril, mi nombre es Abril Rossetti –dedique una de mis mejores sonrisas a la muchacha amable que tecleaba en su computadora, buscando mi ficha.

-Aquí estas –Sonrió al ver su objetivo logrado –Bien ¿Cómo te gusta que te llamen?

Otro grito apareció << ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!>>. Suspire.

-Rossetti, quiero que me llamen Rossetti –Si en algo tenía que cambiar, que fuese todo de mí.

-Bienvenida Rossetti –Me entrego una llave sin dejar de sonreír –Tu habitación es la 990, piso 10. –Sí, el edificio era demasiado grande. –Es donde tu tutor aparto el lugar, lejos de todos. Bueno, hay un chico que también habita en el piso 10 –Su sonrisa desvaneció rápido al nombrarlo –Su mote es “Frey”. No le hables, puede causarte grandes problemas –Advirtió temerosa –Puede matarte.

Sus palabras no me causaron miedo, si me mataba me haría un gran favor. No quería pasar el resto de mi año en este lugar. Pero ella, sin embargo, temblaba de terror.

-No dejes que te intimide, no le dirijas la palabra y ni siquiera lo mires fijamente. Él es demasiado poderoso como su padre. No sé ni siquiera porque su padre lo ha mandado aquí, los dos son iguales. Y por supuesto, espero que no seas como él. Su padre y el tuyo son demasiado amigos. –Fue lo último que me pudo decir antes de que un guardia la llamara, se despidió con sus ojos extremadamente abiertos, llenos de pánico.

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