Capítulo 4
“Desconocidos éramos hasta el momento de encontrarnos, cambiando nuestro título y un poco nuestra personalidad” Mariana Casas
Baje del coche y me adentre al aeropuerto, tenía en mi tarjeta el suficiente dinero para irme de viaje. Pero, al estar dentro de este, no pude marcharme por más que quise. Por lo visto mi padre me había cancelado la tarjeta y ahora me impedía pagar. Esto debía ser obra del chofer, ya que le son fieles a mi padre.
Camine nuevamente hacia la puerta, pero no por la misma que había entrado, esta vez me dirigía a la segunda puerta que contenía el aeropuerto.
Los altavoces resonaban mencionando la próxima salida, en la cual no iría por culpa del dinero.
Salí casi corriendo escapándome de los guardias que acababan de llegar, seguramente mi padre temía a que me fuera. Corrí sin mirar atrás, no sé si horas o minutos hasta llegar al lugar oficial que esta noche tendría carreras.
Esta noche Judith y Esteban no se encontraban, lo que me permitiría relajarme un buen rato.
-¿Tienes un coche de renta? –Cuestione a Gab, el titular de esta noche. Casi siempre prestaban coches a las personas que no tenían dinero para uno, si ganaban este recibía el 50% de las ganancias.
-Miren ¿A quién tenemos aquí? Nada menos que Abril, la reina de las carreras. Seria excelente inversión prestarte uno de mis autos, pero…
-Pero ¿Qué Gab? ¿No lo harás? –Inquirí
-Claro que lo hare, la única duda es ¿Qué paso con tu Ferrari?
-Deja a mi bebe en paz –Amenace y Gab rió. –Mi padre me suspendió mi tarjeta y si vuelvo a casa no me dejara venir, ya sabes como es.
-Ah ¿Cómo no saberlo? Aún recuerdo cuando el mismo nos envió a los policías solo para destruir las carreras
-¿En serio hizo eso? –Cuestione sorprendida
-Es capaz de eso y mucho más, bien, escoge tu carro -¿Mi padre? Seguía aun sorprendida y algo cabreada.
-Ya sabes, siempre eh preferido los Ferrari –Mencione tratando de olvidar sus palabras.
-¿Negro o rojo?
-Rojo, quiero uno llamativo –Ordeno mis peticiones y sus trabajadores lo llevaron hasta a mí, cosa que despertó mi deseo de competir.
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Al estar en la pista y anunciar el comienzo, todos los conductores comenzamos a manejar lo más rápido que pudimos, pero a diferencia de las otras carreras, subí el volumen de la música más alto de lo que jamás había escuchado. Los pensamientos me inundaron y atormentaron mi mente de las palabras de Drew, de Renata, de Judith, de Esteban. Esta ocasión estaba sola, completamente sola.
No me di cuenta cuando los carros competidores desaparecieron de mi vista, tal vez los había dejado atrás. Me dirigí a la meta con la máxima velocidad que pude y al llegar, patrullas me rodearon. Este día había sido un completo desastre.
Baje la música y el vidrio cuando los policías comenzaron acercarse a mi auto –el de Gab-. Me hicieron bajar del coche y me pusieron unas esposas para luego, dirigirme a su auto y llevarme como si fuese una presa. Mi padre me sacaría de esta, jamás me habían atrapado y dudaba que él me dejara aquí o quizás en un reformatorio.
-¿Cómo pudiste? –Su voz resonaba en toda la celda.
-Sácame de aquí ¿Quieres? Necesito tomar un baño y una buena comida.
-No soy tu tontuelo, Abril –Refunfuño nuevamente mi padre
-Lo sé, lo sé. Fue un ataque de no sé, simplemente me sentía estresada y las carreras me relajan. Pude haberme escapado pero subí de más la música y no logre escuchar las patrullas.
-Por tus actos te quedaras en el reformatorio, te eh mandado diez meses. Tienen escuela dentro así que no perderás clases, la comida te la dará ahí y podrás tomar tu baño muy agosto. Eh pagado para que puedan dejarte dormir sola, espero y así puedas aprender muy bien. Podrás salir al jardín pero escaparte no, ya que tienen muy bien cuidada la vigilancia. Espero y aprendas así a no cometer tus actos inmaduros.
-Deja de jugar –Reí casi a carcajadas –Por favor, me vas a matar de risa papá.
-No estoy jugando Abril, esto está decidido. Te veo dentro de 10 meses, disfruta tu paseo por el reformatorio y tu estabilidad porque no va haber un hotel de 5 estrellas ni una piscina, ni siquiera tendrás tus autos. Adiós –Dijo esto último y se marchó.
-¡No! –Grite con lágrimas en los ojos a pesar de que se hubiese ido -¡No es justo! No puedes hacerme esto. ¡No puedes!
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Heart
RomanceSu vida no es como cualquier chica típica. Ella no busca adentrarse al patrón de niña mimada por el simple hecho de que nunca le ha gustado ser así. Entonces... un encuentro la cambia para siempre. La chica fría se vuelve sensible, pero a la vez, co...