Fui a esconderme en la lavandería. A estas horas lleva varias ya vacía. Cuando el toque de queda ha pasado por diez minutos, salgo en silencio y voy hasta el pasillo de dirección. Antes de llegar oigo murmullos y la luz de una linterna dando vaivenes; Hayley suelta un gritito y oigo un mamporrazo, Austin se queja.
- ¿Y vosotros os llamáis espías? –les pregunto sobresaltándolos. Aunque la sorpresa me la llevo yo al ver a Terry también en el grupo-. ¿Terry?
- Hola, fierecilla.
- Estoy harta de tus diminutivos.
- Como si eso fuera motivo para dejar de hacerlo.
- Imbécil.
- Chicos, basta –dice Austin poniendo paz-. ¿Cuál es el plan? –me pregunta.
- Vosotros os quedáis aquí y yo me cuelo allí.
Todos miran al fondo, hacia la habitación donde están guardados todos nuestros expedientes.
- ¿Te vas a colar en la consulta de Margaret? –pregunta Hayley-. ¿Qué piensas hacer ahí?
- Oh, Dios... -murmura Austin. Acaba de comprenderlo-. Los informes de por qué estamos aquí. Los tiene ella, ¿verdad?
- ¿Quién si no? –respondo-. Avisadme si viene alguien.
- Voy contigo.
- Ni hablar, copito de nieve –dijimos que solo vigilabas.
- ¿Sabes que están guardados bajo llave?
Mierda. No.
Joder.
- Y, por ese silencio, he de suponer que no lo sabías. Y tampoco sabrás forzar cerraduras.
- Eso no lo sabes.
- ¿Sabes?
Silencio. Aprieto los labios.
Doble joder.
- Acabas de darme la razón –continúa Austin-. Voy contigo.
- Ni se te ocurra encender esa luz –digo a Austin en la oscuridad cuando veo su sombra acercarse a la lámpara de pie-. Abre la cerradura a oscuras.
- Necesito al menos una luz para ver.
- Pues no tenemos.
- ¿Y cómo vas a leer los archivos con esta oscuridad? –no respondo-. Exacto. Necesitamos luz.
- Vale, joder, déjame pensar.
Salgo fuera, en el pasillo, Hayley y Terry vuelven a estar discutiendo de nuevo, ni siquiera me molesto en mandarlos a callar y entro en el despacho de la directora. La última vez que estuve aquí vi llaves colgadas en la pared, una de ellas decía: pertenencias alumnos. La cojo y vuelvo a salir, al final del pasillo está el almacén donde guardan las cosas que nos quitan al entrar. A mí no, ya que lo dejé todo en casa, pero gente como Austin seguro que trajeron su móvil aquí con la esperanza de que les dejaran usarlo. Y no me equivoco cuando abro la caja con su nombre en una de las estanterías del medio. Me aúpo y saco su teléfono, vuelvo a dejar la llave en su sitio y entro en la consulta de Margaret. Le tiendo el móvil.
- Ahí tienes tu luz. Solucionado.
- ¿Este... este es mi móvil?
- No te quejes, te he dado luz y he recuperado tu medio de comunicación con el exterior. A la faena, venga.
Austin tarda apenas unos segundos en abrir la cerradura de los expedientes de la A a la G. En realidad, de no haber sido por él, no sabría que fichero abrir. No sabía el apellido de Dru hasta que él me ha preguntado y yo no he sabido responder, entonces me lo ha dicho. Carter.
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Closed. I hate u
Teen FictionSkyler es condenada a pasar cuatro meses en un reformatorio en alguna parte de Tasmania por haber intentado hacer el bien. Allí se encontrará en un lugar que no es lo que esperaba: ventanales preciosos, jardines cuidados, gente que sonríe demasiado...