Capítulo 10

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Hoy, martes por la noche, terminamos de leer La mecánica del corazón. Cuando termino la última frase, lo único que se oye es silencio. Cierro el libro y miro la portada y contraportada.

- Qué pasa ahora –me atrevo a preguntar pasado unos segundos en completo silencio.

- ¿A qué te refieres? –pregunta Austin, a su vez, con calma.

- A ahora. Cuando se termina el libro.

- ¿Lo preguntas porque te sientes vacía?

Ante esa pregunta no me queda más remedio que pararme a pensar y analizarme. ¿Me siento vacía? Joder, sí.

- Sí.

- Entonces te ha gustado –declara-. Ese vacío significa que este libro se ha ido haciendo un hueco en tu corazón y que, ahora que no está, es como si se hubiera ido y hubiera dejado ese hueco vacío.

- ¿Y cómo lo relleno?

- Prueba leyendo otro libro.

- ¿Y luego? ¿Y si me ocurre de nuevo?

- Pues coges otro. Y así siempre.

- Eso que dices se parece a fumar: cuando no estás fumando tienes la necesidad de hacerlo. Ya sea por sostener algo entre los dedos o por aspirar ese humo horrible. ¿Así va a ser siempre? ¿Cómo si esto fuera un vicio sin el que ya no puedo vivir?

- ¿Tienes ganas de rellenar ese hueco? Ya sabes, con otro libro.

Asiento mordiéndome los labios y con la mirada fija en no sé muy bien dónde.

- Entonces sí –responde-. Será como un vicio –y sonríe orgulloso. Le pegaría si aún no estuviera dándole vueltas a la cabeza.

Cuando Austin y yo nos separamos en el hall, cada uno por sus escaleras, al llegar a mi habitación oigo a Hayley hablando. Me quedo con la mano en el pomo escuchando. No solo oigo a Hayley, oigo a... ¿Terry? Abro la puerta sin pensarlo.

- Ahora no puedes hacer como no pasa nada –le digo a Hayley, harta de sus malas excusas-. Qué está pasando con vosotros dos.

- ¿Quieres que yo te cuente mis secretos cuando tú no me cuentas los míos? –contraataca Hayley.

- ¿Perdona?

- Llevas noches llegando de madrugada, ¿te crees que no me doy cuenta? ¿Y a qué vino lo de Dru? ¿Por qué te estaba esperando? ¿Y por qué no volviste hasta mucho después?

- Si me lo hubieras preguntado te lo habría dicho, pero lo único que hacéis, tú y Alana, es interrogarme sin parar. Y tú –miro a Terry-, han pasado horas desde el toque de queda, o empiezas a hablar tú también o voy a avisar a alguien.

- ¡No tienes ningún derecho a hacer eso! –grita Hayley-. ¡No tienes derecho a hablarle así!

- ¡Esta también es mi habitación! –contraataco-. ¡Si no quiero a alguien en ella, lo digo!

- Creo que deberíais bajar la voz –dice entonces Terry, pero eso no ayuda. Más bien tiene el efecto contrario, nos hace gritar más y la gente empieza a salir de sus habitaciones.

- ¡Solo piensas en ti! ¡¿Acaso no es también mi dormitorio?! ¡Y mucho antes que el tuyo!

- ¡¿Y por eso puedes hacer lo que te dé la gana sin consultarme?! ¡Yo saqué a Dru de aquí porque no te gusta ni verlo! ¡¿Y me quejé en algún momento?! ¡No!

Closed. I hate uWhere stories live. Discover now