Capítulo 21

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Hay una canción que dice: No sé si estoy enamorada de ti o de la idea de amarte.

Que dice: No está claro. Quiero decir, solía sentirme tan segura, pero quizá solo soy inmadura.

Que dice: He estado atrapada a ti tanto tiempo que es difícil decirme a mí misma que estoy en el camino equivocado acerca de lo que siento por ti.

Que también dice: Porque no es amor cuando no hablas más. Y no es amor cuando no significa nada para ti.

Y que dice: ¿Por qué me dejé atrapar por esos sentimientos? Supe cuando me dijiste que era bonita que estaba soñando.

Que continúa diciendo: Así que ahora intentaré decirme a mí misma que mis sentimientos no significan nada.


Ahora señalo las partes donde me veo identificada.


Hay una canción que dice: No sé si estoy enamorada de ti o de la idea de amarte.

Que dice: No está claro. Quiero decir, solía sentirme tan segura, pero quizá solo soy inmadura.

Que dice: He estado atrapada a ti tanto tiempo que es difícil decirme a mí misma que estoy en el camino equivocado acerca de lo que siento por ti.

Que también dice: Porque no es amor cuando no hablas más. Y no es amor cuando no significa nada para ti.

Y que dice: ¿Por qué me dejé atrapar por esos sentimientos? Supe cuando me dijiste que era bonita que estaba soñando.

Que continúa diciendo: Así que ahora intentaré decirme a mí misma que mis sentimientos no significan nada.


¿Que por qué cuento todo esto? ¿Que a qué viene? Pues viene a que ese día en la playa no pasó nada y a mí me pasó de todo.

Cuando llegó la tarde y nadie nos reclamaba, Austin tiró de mí para fugarnos a la playa. Yo seguía insistiendo para quedarnos dentro, de verdad temía que nos pillaran, pero él me aseguró que no, que eso no pasaría. Que, yo tonta de mí me dejé embaucar, me protegería. Me reí cuando lo dijo, se creía el héroe pero era como Bolt: creía tener poderes pero solo era un perro normal. Uno más. 

Nos escapamos por el hueco en el muro tras los arbustos, hasta ese día no me di cuenta que había zarzas allí. Me arañé con una de ellas, sangré y no vi la sangre hasta que, rato después, Austin me avisó de ella. Pero eso no es lo que importa.

Llegamos a la playa con las linternas encendidas y alumbrándonos el camino. Nos sentamos bajo el acantilado donde las rocas nos tapaban de la vista de alguien que se asomara a mirar. Clavamos las linternas en la arena en forma de cruz para iluminar nuestro alrededor. Tenía una mala sensación que intenté ignorar, pero seguía ahí. Y Austin se empeñó en decirme que dejara de pensar en lo que fuera que estuviera pensando.

- No sé qué hago aquí –admití-. Las cosas entre nosotros no están bien y esto es raro. Es incómodo, Austin.

- Cuando te reíste esta mañana no pensabas lo mismo.

- Sí que lo hacía.

Bajé la cabeza hacia mis rodillas y jugué con la arena. Sentía un cosquilleo en el pecho, en las tripas, en las puntas de los dedos. Empecé a ponerme nerviosa, no se iban, no paraban. Comencé a pensar por qué estaban ahí, por qué habían aparecido, y las respuestas que me dio mi imaginación no me gustó un pelo. Ni siquiera quería mirar a Austin, me iba a estallar el estómago. O el pecho. No sabía muy bien dónde estaba el foco de la presión.

Closed. I hate uWhere stories live. Discover now