El lunes huyo de Conrad cada vez que se acerca a mí. Mis amigos se dan cuenta, pero sigo haciendo como que no pasa nada y que nadie viene detrás de mí para hacerme hablar de mis sentimientos... bla, bla, bla.
También me toca seguir con el castigo con Austin por la mañana y los trabajos de por la tarde. Tras la cena debo irme corriendo de nuevo cuando veo a Conrad acercarse a nuestra mesa.
El martes, antes de clase y después del castigo, aprovecho y llamo a Beth. Vuelve a soltarme sandeces como las del día que vino a verme, cuelgo enfadada.
El resto del día del martes no cambia mucho respecto al lunes. Conrad me busca y yo huyo. Austin, Hayley y Alana comienzan a preguntarme qué pasa con Conrad. Al parecer se me ve demasiado alerta todo el tiempo, como un cervatillo preparado para huir ante cualquier rama que cruja.
Por la noche, antes del toque de queda, vuelvo a ver a Hayley y Alana cuchicheando, esta vez con Austin, en el pasillo. Los ignoro poniendo los ojos en blanco.
En la mañana del miércoles, mientras rastrillamos en el jardín con un frío que nos congela las manos enguantadas, comienza a llover. Austin y yo corremos a recoger todas las cosas antes de que la lluvia sea más fuerte y luego vamos hacia el edificio. Llegamos empapados y el profesor de turno nos ayuda a sacarnos los abrigos mojados y a darnos toallas secas. Hace la vista gorda y nos manda a la ducha, <<entrad en calor>>, nos dice. Y es el único que no le ve el doble sentido a la situación. Sin despedirnos, Austin sube hacia el ala de los chicos y yo al de las chicas.
La ducha me sienta demasiado bien, tanto que quiero volverme a la cama y seguir dormida. Pero faltar a clase supondría más castigos y yo ya no tengo energías para más, así que me visto y bajo a desayunar. En mitad del desayuno el hombre del mostrador del hall (que aún no sé cómo se llama) viene y me dice que tengo una llamada. Frunzo el ceño, aún no es hora de llamadas. Aun así me pongo en pie y lo sigo. Él me señala el teléfono y voy a responder.
- ¿Hola? –pregunto.
- ¿Skyler? –dice al otro lado la voz de un chico-. ¿Eres tú?
- Eh... sí. ¿Con quién hablo?
- Sky, soy Jay-Jay.
Me quedo sin aire. Vale, sé que mis padres le habían dado este número y que Jay-Jay quería saber de mí, y yo también pretendía llamarlo a él, pero esto... después de todo no me lo esperaba. Creía que estaba siendo todo una ilusión.
- ¿Sigues ahí?
- Sí. Sí...
- ¡Vamos, Sky! ¡Soy yo de verdad! ¡Reacciona! –dice riendo y, por supuesto, yo también me rio.
- Compréndeme, Jay, no esperaba volver a oírte. Esto es raro.
- Lo sé, enana. ¿Cómo te va por ese sitio? Tienes que ponerme al día de muchas cosas.
- Sí, no tienes ni idea de cuántas.
- ¿Hay alguna posibilidad de ir a verte sin esperar al sábado? No es por nada, sabes que adoro a tus padres, pero te quiero solo para mí cuando nos veamos.
Me río. Después de todo el tiempo que ha pasado, Jay-Jay sigue siendo el mismo y me encanta.
- No lo sé –admito-. Podrías llamar a la directora y preguntarle, siempre consigues lo que quieres.
- ¿Y si esta vez no lo consigo?
- Entonces hablaré con mis padres y les diré que no vengan este finde.
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Closed. I hate u
Novela JuvenilSkyler es condenada a pasar cuatro meses en un reformatorio en alguna parte de Tasmania por haber intentado hacer el bien. Allí se encontrará en un lugar que no es lo que esperaba: ventanales preciosos, jardines cuidados, gente que sonríe demasiado...