- ¡Es que aún no entiendo por qué narices tengo que ir yo! ¡¡Es tu dichoso castigo!!
Sabía que no iba a querer, ¿pero en serio tengo que aguantar esto? Estoy a punto de tirar la toalla cuando recuerdo que Terry se está esforzando en hacer las cosas bien. Antes no habría movido un dedo por él, pero este sitio me está cambiando y lo noto. Sobre todo en momentos en los que decido que ayudar a Terry es mejor que no hacer que mi amiga quiera matarme. Aunque suponga mi último día en este mundo. Literalmente.
- Castigo es el que vas a tener tú como sigas gritando así. Vístete y haz el favor de mover el culo antes de que me harte.
- ¿Ah, ahora me amenazas?
- Te advierto. Vas a venir conmigo, ya sea por tu propio pie o teniendo que cogerte en brazos. Tú decides.
- No puedes conmigo.
- Pues nos caeremos por las escaleras –me encojo de hombros-. Buen plan para empezar el día, ¿no te parece?
- ¿Qué hace ella aquí? –pregunta Dru en cuanto nos ve entrar-. ¿Y por qué está así vestida?
Pongo los ojos en blancos a la vez que suelto un resoplido. Hayley, empeñada en no salir de la cama por sueño y frío, ha decidido coger las prendas más cómodas y calentitas como condición para no hacerme cogerla en brazos y caernos rodando por las escaleras. ¿El problema? Las prendas más cómodas y calentitas resultan ser un pantalón de chándal rosa chillón (que no sé dónde tenía escondido, puesto que nunca antes lo había visto), una camiseta de manga larga blanca (que no está mal) y una sudadera de pelitos de... ay, Dios, de My Little Pony de color aguamarina con un poni dibujado en la parte de delante y un grupo de ponis de colores en la espalda. Por supuesto lleva la capucha puesta. Le he repetido que es mejor que cambie su vestuario, sobre todo porque si decide quedarse así todo el día, en su fiesta de despedida sorpresa se va a arrepentir. Pero no ha habido manera.
- Déjala –respondo cansada y recordando que aún me queda todo el día por delante-. Haz como si no estuviese.
- Exacto –dice Hayley-, porque pienso tumbarme en esas sábanas de allí.
- Hazlo si quieres oler a sudor y a saber qué otras cosas –la anima Dru, me río.
- Te odio –dice Hayley tras pensarse un momento eso de dormirse en unas sábanas sin lavar-. Y a ti también –me mira.
- Anda, no se pasa tan mal –le digo yo-. ¿Por dónde quieres empezar? ¿Separar ropa? ¿Meterla en la lavadora? ¿Sacarla de la secadora y planchar? ¿O doblar?
- ¿Todo eso hacéis? ¿Solo vosotros dos?
- Al parecer nadie más ha decidido saltarse las normas estos días. ¿Y bien?
- No pienso tocar ropa sucia.
- Entonces te toca la secadora y la plancha.
No pasamos tan mal la mañana como pensábamos y Hayley ha estado tan callada que a veces pensaba que se había quedado dormida. Pero lo que ocurría es que estaba súper concentrada. Tan tan tan concentrada estaba que cuando hemos salido, el enfado se había desvanecido. He intentado hacer que se cambiara de ropa ahora que estaba más tranquila, pero solo ha accedido a cambiarse el pantalón porque el chándal le resultaba incómodo. Bueno, algo es algo, ahora lleva vaqueros.
En el desayuno Dru se ha enterado de lo de la fiesta sorpresa mediante susurros cuando Hayley estaba distraída. Terry me ha asegurado que el tiempo que ha pasado ha sido fundamental para prepararlo todo. La directora le ha prometido que traerán globos y esas cosas de fiestas poco antes de la hora del almuerzo. Como hoy es miércoles y tras la comida tenemos el trabajo en el jardín en el caso de Alana, Austin, Dru y yo, y trabajo de limpieza en el caso de Hayley y Terry (aunque Terry a veces cambia al jardín por aburrimiento), este nos dice que hoy trasladarán a algunos de limpieza a jardinería para que él, Austin y Dru se vayan a preparar la fiesta de Hayley. Así que Alana y a mí nos toca volver a distraer a nuestra amiga.
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Closed. I hate u
Teen FictionSkyler es condenada a pasar cuatro meses en un reformatorio en alguna parte de Tasmania por haber intentado hacer el bien. Allí se encontrará en un lugar que no es lo que esperaba: ventanales preciosos, jardines cuidados, gente que sonríe demasiado...