Hoy es viernes 26 de mayo, llegué el día uno y solo quedan cinco días para llevar en este internado treinta y un días. Un mes completo. Hoy, el día número veintiséis desde mi llegada, un camión ha traído nuevas flores para plantar. Flores de invierno. Caléndulas, pensamientos, prímulas, boca de dragón y, mis favoritas, margaritas. En cuanto veo todas esas margaritas blancas esperando a ser plantadas, no puedo esperar a acercarme a ellas y olerlas. No es la flor que mejor huele, lo sé, pero es la que me recuerda a cuando era pequeña, cuando todo sí que era libertad y despreocupación. Toco los pétalos con cuidado.
Los otros chicos y chicas se reparten el trabajo que queda restante cuando Alana y yo nos apropiamos de las margaritas.
- Hoy Hayley ha hablado con sus padres –dice Alana-, está preparando su vida fuera de aquí.
- ¿Irá a la universidad?
- Sí, a Hobart. ¿Como tú, no?
- Sí, me alegra saber que voy a volver a verla –confieso-. ¿Qué harás cuando salgas de aquí?
Alana se ríe con amargura.
- Saldré cuando cumpla la mayoría de edad, después de eso no sé qué pasará.
- ¿A qué te refieres?
- Este es un sitio de paso, Sky. De paso hacia un correccional de menores, la cárcel o una vida mejor. Yo no voy a salir antes de cumplir la mayoría de edad, así que solo tengo dos opciones: ir a la cárcel o poder tener una vida normal. Y mi caso no está yendo bien, nunca ha ido bien.
- Por eso nunca haces nada que pueda...
- ¿Darles algo para que la balanza se vuelque al lado de la cárcel? –dice por mí-. No pienso meterme en ningún lío en el que sepa que pueden pillarme. No voy a darles el placer de meterme entre rejas. Lo que hagas aquí decidirá lo que viene después, Skyler, tienes que ser consciente de ello. Si quieres ir a la universidad, tienes que dejar tus ataques de lado, tienes que controlarte y dejar de ser el centro de atención. ¿Por qué te crees que me desvivo por este jardín? Porque mientras esté aquí, no puedo hacer nada malo. Estar aquí, cuidando cada planta, me da puntos para tener una vida normal.
Asiento, la comprendo. Por primera vez he visto algo más que calma y seguridad en la mirada de Alana: miedo. Miedo por perder su vida tras unas rejas por una justicia que no respalda a los inocentes. Alana se levanta a por las siguientes margaritas, ha vuelto a ser la de siempre.
De pronto se pone a llover, así que tapamos las plantas aún no trasplantadas con una tela impermeable y salimos corriendo al interior.
Dentro nos cambiamos la ropa y nos reunimos en la sala común. La sala se queda cuando somos todos los que estamos en ella. En este sitio no somos muchos, pero esta sala no está pensada para que quepa todo el mundo. Encontramos un sitio en un rincón junto a una de las estufas de pared, con unos pufs un tanto desgastados. Las luces están encendidas porque, con la tormenta inesperada, se ha hecho de noche. Alana, Hayley y yo charlamos hasta que llega la hora de ir a ver a Conrad. Insiste en que le cuente lo ocurrido, yo insisto en decir lo mismo una y otra vez: que Beth ya no es mi amiga. Él sigue dándome razones por las que debería desahogarme. Cuando ya estoy harta de oírlo, digo:
- Ya me he desahogado todo lo que he podido, para eso no me hace falta un aprendiz de psicólogo. Tengo amigas, ¿sabe? Y eso es mejor que ir a terapia. Eso es lo primero que todos ustedes deberían aprender.
Lo dejo de nuevo solo en el departamento, ya debe de estar acostumbrado a que lo deje así. Pero es que no comprenden que no necesito contarle nada a nadie, solo quieren saber que no pierdo la cabeza y no les basta mi palabra. Estoy bien. Y si no lo estoy, tengo a gente de sobra a quien poder acercarme. No necesito psicólogos, terapeutas ni profesores que se crean salvadores. Al único psicólogo que escucharía sería al mío, al que yo elegí ir por voluntad propia y el que conoce cada detalle de mi vida.
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Closed. I hate u
Teen FictionSkyler es condenada a pasar cuatro meses en un reformatorio en alguna parte de Tasmania por haber intentado hacer el bien. Allí se encontrará en un lugar que no es lo que esperaba: ventanales preciosos, jardines cuidados, gente que sonríe demasiado...