9.- David

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Realmente creí que David y yo podíamos tener un futuro juntos; a unos 6 meses de haberme graduado lo conocí en una taberna local. Me sentía finalmente hermosa, con mi cabello teñido de rojo y mi aparato dental, el cual había borrado los últimos vestigios del mounstro que una vez había sido; ese día fui con dos amigas del barrio a tomar un par de tragos y fue entonces cuando lo vi: el bartender del lugar.

Principalmente me atrajo de él su estatura, yo mido 1.60m aproximadamente y el rondaba el 1.70m, y sus manos podría decirse en cierto modo que me cautivaron... resumiendo la historia, nos intercambiamos el número, a unos pocos minutos de la medianoche, llegue a mi casa completamente ebria, pasando la noche en el baño, con la cabeza en la tapa del retrete, vomitando la diversión que horas atrás había ingerido. Una vez que hubiese amanecido, pase la resaca ocupándome del "Ratón" de mi madre; últimamente se había vuelto un ser egoísta, irreconocible y alcohólica, no quería aceptar que tenía un problema y mucho menos aceptar ayuda.

Diariamente chateaba y flirteaba con David, al comienzo podía haberlo calificado como un ser amable, atento y cariñoso, pero nuevamente me equivocaba al dar un criterio sobre un hombre.

En ese tiempo, mi madre comenzó a buscar nuevamente a mi padre, quería salvar la relación que hace años atrás había culminado y yo lo odiaba cada vez más a él; mi amor de la infancia se volvió odio, ira y resentimiento... odiaba ver a mi madre humillarse de ese modo, ella... quien siempre había sido el ser rudo y fuerte de la familia... pero más lo odiaba a él y a Gregoria (su nueva mujer) y a modo de "salida" solía escaparme de la casa, trepando la reja del portón e iba a la taberna a tomar y a ver a David... si yo quisiera pudiese haber salido por la puerta principal, pero no quería encontrarme con la lengua de mi abuela.

Al mes de habernos conocido, el me propuso que fuese su novia mientras nos besábamos en el colchón de su cuarto; ese día habíamos ido a una plaza, pero la oscuridad y la falta de transporte me obligo pasar la noche en su hogar: la habitación que alquilaba. Aquel día no había luz y el colchón yacía sobre el suelo a falta de esqueleto y estructura, me desilusionó un poco ver esa habitación, solo el colchón, los zapatos en columna, y cajas con desodorante, perfume, un espejo enmarcado y demás cosas de aseo, incluyendo la ropa.

Yo crecí en un barrio, un sitio peligroso en donde las balas entraban a cualquier hora del día a las casas, asesinando a personas, mascotas, vidrios y todo aquello que se interpusiera en su camino...

Comparto la habitación con mi hermana, no tiene los lujos que quisiera, sin embargo al ver aquella habitación no sé qué pensamiento o sentimiento cruzo en mi... es algo que hoy en día no puedo recordar. Aun así esa fue la primera vez que me quite la camisa y el brasier a los ojos de un hombre, solo habíamos salido previamente a una discoteca, una cafetería y una plaza, aun así deje mis pechos al aire ante sus ojos.

Su excitación no se hizo esperar cuando sus labios lamieron y chuparon mis pezones, lo cual casi no me agrado por lo duro y ordinario que lo hizo, el sudor de su frente impregno mi cuello y pecho, era muy similar a una vela derritiéndose y me dio asco el sentirme pegajosa, su lengua no producía nada en mí, sin embargo fingí una respiración entrecortada... cuando se puso de pie y busco tres condones me asuste ¿Acaso me iba a doler? ¿Realmente quería tener sexo esta noche? Solo me pregunto si era o no virgen; al recibir mi respuesta afirmativa quiso que yo le asegurara que sería el primero y así lo hice... aunque sabía que no lo cumpliría.

Esa noche no me quite el pantalón, aunque el insistió aproximadamente tres o cuatro veces en la noche, mientras chupaba cada uno de mis tatuajes (recuerdo de mi rebeldía al finalmente salir del liceo: estrellas en la muñeca izquierda, rosas en la costilla derecha y labios en la cadera) cada segundo cerraba mis piernas a fin de evitar las tentaciones para él; solo se puso de pie y salió de la habitación en una ocasión; las ganas de orinar eran más grandes que él. Cuando volvió me planteo la idea: PENETRARME O LAMERME LA VAGINA...

Diario de una ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora