3.- 6 Años de Primaria

1.6K 29 0
                                    


Cuando finalmente salí del quinder, ingrese a un colegio a una cuadra de donde había estudiado, pero allí solo dure un mes, ya que fui cambiada a un colegio de curas, donde cumplí mis 6 años. Recuerdo que dicha escuela poseía un enorme patio, una pequeña cantina y en todo el centro del patio, un enorme árbol de mangos, en cierto modo se puede decir que logre encajar en el pequeño salón, aunque la tendencia a llorar afloro nuevamente en mí y no dude en ser catalogada como la clásica "llorona".

Siempre he tenido una forma muy particular de ver el mundo, considero que las personas dan asco y me sorprendo enormemente cuando descubro lo contrario, solo poseía dos amigas o mejor dicho <conocidas>, nunca se me ha dado muy bien lo de hacer amistades. Los chicos siempre se alejaban de mí, quizás se debía a mi dentadura, mi uniforme extremada y exageradamente ancho o a la fama que yo misma me había ganado... cada vez que me sentaba al lado de un chico, este alejaba su silla hasta mas no poder, o simplemente se levantaba y cambiaba de lugar, dejando la silla vacía a mi lado... era una autentica MIERDA.

Y esos continuos rechazos, desplantes y demás acciones, fueron las que levemente introdujeron en mi cabeza, a una temprana edad, un mensaje de posible fealdad en mi persona, y eso era algo que cada noche me hacía temblar, llorar y estremecer... así acabo mi primer grado...

Al comenzar el 2do grado, tenía un poco más de confianza en mí, decidí no prestar atención a los comentarios crueles que podrían decir las personas de mí, al fin y al cabo yo no me consideraba una persona tan horrible pero ¿Por qué los demás lo creían? Ese año comencé a socializar con más personas, tuve muchos más compañeros y compañeras, no era precisamente la más popular ni la bomba, pero por algo se comenzaba. Los vestigios de mis pasadas lágrimas aun me perseguían, eran como voces de un pasado que recién comenzaba a alejar de mí, aunque en la medida de todo lo posible procuraba no llorar, salvo que fuera de risa o totalmente necesario, los recuerdos de mi fealdad aun me seguían, ¿Se debía quizás al mismo feo y ancho uniforme? El caso es que mi confianza se rompió en mil pedazos cuando fui votada la niña más fea del 2do grado... era imposible no llorar o acallar las crueles risas de mis compañeros... mi fealdad seguía allí atormentándome... Andrea La Fea había llegado para quedarse una muy buena y larga temporada.

Con 8 años comencé el 3er grado, a esta altura de mi vida, me había vuelto la popular entre los profesores, quienes alababan mi excelente conducta y sobre todo mis modales y elevadas notas, en esta etapa de mi vida, comencé a buscar y auto descubrir mi persona.

En mi mente, tenía muy presente cuales eran los vestigios que debía cambiar en mí para poder ser linda, o al menos en los parámetros que exigían mis compañeros, pero sabía que mi madre nunca me apoyaría, para ella era más importante que yo sacara buenas notas en lugar de perder mi tiempo explotando mi belleza.

Mis compañeros calmaron un poco el tema referente a mi persona, por un lado el entorno escolar se calmó, pero el entorno familiar empeoro, ya que cada día crecían más las sospechas de una posible infidelidad por parte de mi padre, pero yo a él lo amaba mucho como para creer que fuera cierto, él era mi persona predilecta ya que era quien me entendía y apoyaba, es por eso que lo ponía por encima de la rudeza de mi madre y 100 veces lo prefería por encima de ella. Y con esos pequeños problemas en casa, finalice nuevamente otro año escolar, con las mismas altas notas que mi casa exigía.

A los 9 años ingrese al 4to grado; mis notas respaldaban el respeto de mis compañeros a mi persona, ese año conocí a Allyson, quien más tarde se convertiría en mi mejor amiga. Los demás alumnos eran movidos más por el interés y eso era lo que los acercaba a mí... aun así, gracias a mi nueva amiga, mi 4to año fue más pasable, deje de pensar en los comentarios sobre Andrea Martínez La Fea. Tome clases de piano y aun así no ocupaba mi cabeza al 100%, ese año mi hermana Dilia se graduó de 6to grado, rayo su camisa y yo hice lo mismo con mi cuaderno, de ese modo tendría una pequeña parte de sus comentarios... no puedo negar que no fue tan mal año, conocí a Allyson; hice mi primera comunión y el bautizo, y por fin me cambiaria de colegio.

No podía creerlo, al fin estaba en 5to grado; un colegio nuevo, compañeros nuevos, una nueva reputación y ahora tenía 10 años... ya no llevaba el mismo feo y ancho uniforme, ahora llevaba una larga falda más debajo de las rodillas, una ancha camisa blanca y una trenza en una coleta; seré la primera en admitir que mi nuevo uniforme era horrendo... pero quizás podía sacarle partido; el salón contaba con 51 alumnos, 52 conmigo, era un colegio de monjas y estaba en un barrio, no hay que ser un genio para descubrir mi nueva odisea... si, Andrea La Fea había vuelto para quedarse... otra vez... mis nuevos compañeros eran aún más crueles, sin embargo fui elegida como la Madrina en la Semana Aniversaria, lo cual me impacto mucho y me sorprendió; hoy en día, a mis 25 años, me doy cuenta que lo hicieron para burlarse de mí y humillarme aún más; cosa que a mis 10 años aún no había descubierto. Ese día me esmere mucho en arreglarme, ondule mi cabello y use mi vestido blanco de comunión, aun así no gane, pero la pase muy bien.

Pese a las burlas de mis compañeros, ese año conocí a un grupo de chicas a quien solía frecuentar, aunque la mayoría eran hipócritas conmigo, Marilyn era dulce y amable con mi persona... al igual que muchos otros chicos, eran mi ancla a la realidad, a la que todavía podía agradar a pesar de mi aspecto físico. Y así como ella, la música y las clases de piano lograron darme un mensaje de aliento y fuerza para soportar mis nuevos compañeros y mi nueva escuela.

Cuando comencé 6to grado, tenía 11 años. Ese año, mi padre decidió que ya no pagaría mis clases de piano, eso me devasto mucho, y ahora ¿Cómo sobrellevaría el nuevo año escolar? ¿Qué haría ahora para distraer mi mente de sus continuas burlas? Fue devastador para mí, aunque mi profesor de piano me viera con asco cada vez que yo entraba en su clase, eso no me importaba, ya que era la tranquila y melodiosa voz del instrumento lo que me hacía flotar y soportar todo a mí alrededor... nada podía ser peor, pero me equivocaba nuevamente.

La antigua directora fue relevada de su cargo, y en su lugar, la nueva hermana exigió el cambio de uniformes; otra vez usaría pantalón, y mis padres nuevamente compraron los pantalones y camisas anchas que se habían convertido en mi sello personal y los cuales acarreaban nuevas burlas... estaba perdida, cada vez me sentía por el subsuelo al ver los pantalones de mis compañeras y amigas, si bien los suyos no eran tan ajustados, tampoco eran tan anchos como los míos, lo que más me avergonzaba era el hecho de que estaban confeccionados con un tipo de tela muy gruesa y dura, por lo que cada vez que me sentaba, el tiro del pantalón se elevaba haciendo parecer que tenía una erección.

Ese año fui más fuerte, decidí no callarme ante ningún comentario, pero las personas eran muy crueles, día tras día me hacían sentir como una vil cucaracha e irónicamente ese fue mi nuevo apodo "La Cucaracha". Hoy en día no recuerdo muy bien mis años escolares, pero lo que nunca olvidare es que mi nuevo apodo acarreaba muchas bromas pesadas y de mal gusto, y la que nunca podré olvidar es la que considero la mayor de las crueldades que se le pueden hacer a ningún ser humano; cuando mis compañeros trajeron de sus casa todo tipo de equipos e implementos "Mata- Cucarachas" y me rociaron con ellos hasta mas no poder, provocando mis lágrimas y dando lugar a sus risas...

A mi madre (quien diariamente me buscaba y me traía) le oculte la verdad, no quería otra vergüenza ni una pena más, ni mucho menos darles el gusto de poder humillarme aún más... poco después del incidente con el spray, culminamos el 6to grado, muchas personas rayaron mi camisa, de igual modo raye las suyas, y eso me alegraba; no poner mis letras en sus espaldas y recibir las suyas en las mías.... No... sino finalizar nuevamente otro año escolar...

Diario de una ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora