Capitulo 29

645 33 4
                                        

1 año despues

- ¿Beacon Hills? ¿Que hay allí? Además de problemas, claro-
Mis maletas estaban hechas, cerradas y ordenadas. Un año lejos, lejos de todos aquellos que estuvieron en mi vida. Tuve que compensarlo, y la ropa ayudó. Apenas cerraba.
-Ven y ayúdame con esto- gruño molesta. Archie se acerca y me abraza de atrás, rodeando mi cintura, y apoyándose contra mi cuerpo. Acerca su boca a mi oído, acariciando mi sien desde atrás, y susurra.
- ¿Porque no nos quedamos aquí? Tu y yo, solos-
Río. La ternura de Archie me tuvo cautiva todo este año, me ayudó de salir del lugar oscuro de donde me encontraba, pero mi vínculo con él nunca evolucionó mas que del de una hermana mayor cuidando a su hermano menor. A pesar de que él estaba enamorado de mi, y me lo repetía cada vez que podía, mi corazón parecía estar perdido en una sola persona en esos instantes.
-Estas en celo, Archie- le agarro los brazos y lo separo de mí. -¿Me ayudas o no? Si no quieres ir, no vayas. Yo voy a visitar a mi padre-
Escucho un suspiro y luego el cierre de mi maleta cerrarse. Una sonrisa orgullosa se escapa de mi rostro, y más que satisfecha me dirijo al auto con ella en manos.
-No podría dejarte, te necesito, aún no controlo en la luna llena- comienza él a explicarme mientras preparamos el vehículo -Pero... estamos en paz. Beacon Hills es igual a problemas y lo sabes. Nunca me dijiste que haces aquí, solo que te escapaste.

Cierro con algo de brusquedad la puerta, apretando el puño a un costado de mi cuerpo. Imágenes aparecen en mi cabeza como migrañas. El rostro de mi padre, Sangre, Nathan, Jennifer. Una tras otra. Mis ojos brillan de rojo y observo a Archie, que retrocede ya acostumbrado a mis ataques, y se calla.
-No voy a hablar de ello- gruño desde el fondo de mi garganta, y abro el auto -Nos vamos.

Así partimos viaje. Archie manejando, esquivando policías para evitar un problema legal al estar manejando siendo menores de edad, y yo pensando.

¿Qué pasó en Beacon Hills?
Todas las noches, desde aquel 3 de junio cuando decidí escapar, mi mente jugaba trucos conmigo y se preguntaba. ¿Me habrán buscado? Estaba segura que por lo menos mi padre lo había hecho pero... ¿por cuanto tiempo?
¿Aún seguían enfadados conmigo? Cuando llegue... ¿Me recibirán de buena forma? ¿Que pensaran de Archie, mi beta?
Recuerdo que no quise morderlo, no quise tener ningún beta... pero Archie casi muere.
Un día caminando por el bosque, un chico que había sido recién robado estaba tirado en el piso con una apuñalada en el estómago. Su corazón estaba a punto de detenerse, así que entrando en pánico solo lo mordí. Habían más probabilidades de que muera y su cuerpo la rechace, pues estaba muy débil. Pero sobrevivió. Y nos convertimos en íntimos.
Otra duda solía atravesar mi mente. Isaac. ¿Qué pasó con él?

- Llegamos- El rostro de Archie estaba diferente. Pude notar como tenia sus pupilas dilatadas, el ceño fruncido, y alguna que otra gota de sudor sobre la frente. Olía a ansiedad. Apestaba a eso.
Me enderezo sobre el asiento y miro por la ventana.
-¿Tienes algún trauma con esta ciudad?- murmuro la pregunta, se me hace difícil articularla ya que mientras pensaba, entré en un estado de dormida pero despierta a la vez. Oscilaba entre cerrar los ojos y dormir, o despertarme y despabilarme.
-Solo... un muy mal rollo- contesta y estaciona el auto frente a la bodega de papá.

Una sube-y-baja. Mi vida se basaba en aquel juego, aveces arriba y aveces abajo. Cuando estaba arriba las cosas marchaban bien, estaba contenta y dichosa de estar donde estaba. Cuando se encontraba abajo, mi vida estaba hecha un desastre. Últimamente, no subió. Ni un poco. Fingí que si, y traté de armarme este último año juntando las piezas y abandonando otras. Pero al ver la bodega el juego se detuvo.
Me quedé paralizada. No podía mover ni un músculo. Tenía miedo, mucho miedo. La ultima vez que vi el rostro de papá, mirándome aterrado por lo que había hecho, sentí como si lo hubiese perdido.
-El auto apesta- se queja Archie. Aun no comprendía los diferentes aromas, y no pudo notar que el auto apestaba a temor e inseguridad.

-Será mejor que bajemos- salgo detrás de él y cierro la puerta. Largo un gran suspiro y camino hacia la puerta.
-¿____ ______?- una voz menciona mi nombre y apellido y me obligo a voltear. Observo al policía que tenía frente a mí, parado con una mueca de confusión. Me observaba de pies a cabeza, como si estuviese viendo un fantasma.
Arqueo una ceja y huelo celos provenientes de Archie.
-¿Quien eres?- pregunto algo curiosa, en otras circunstancias me hubiera puesto en defensiva, pero Archie a mi lado me calmaba. -¿Te conozco?
-Tu eres la chica desaparecida. Voy a necesitar que venga conmigo a la estación - Habla el joven oficial y siento que se me marean las ideas.  ¿Desaparecida? 
-¿eh?.
Archie avanza gruñendo, colocándose frente a mi. Notaba que estaba preparado para atacar, pero no podía permitirlo.
-Archie, Quieto. Tranquilo.- Agarro con firmeza su brazo y lo echo hacia atrás. Fijo mis ojos en el oficial -¿podría explicarme que sucede? No estoy entendiendo...
Puedo sentir que el oficial se intimida con la mirada de Archie y, disimuladamente, coloca su mano cerca del arma.-Soy nuevo en el condado, señorita. Pero la comisaría esta repleta de papeles con su foto, mucha gente la busca desde el año pasado. Necesito que me acompañe a la estación así puedo llamar a quién tenga que llamar.

Miro a Archie por un momento y luego al oficial. Sonrío y asiento con la cabeza, sin mas preguntas. Nos subimos a su auto, el beta a mi lado  no dejaba de mirar al oficial, como si en cualquier momento este nos atacaría. Río por lo bajo, la realidad es que muy en el fondo saber que fui buscada me aliviaba un poco. Me extrañaron, o aunque sea por un tiempo.  Llegamos luego de unos minutos a la estación y bajamos. La observo, nunca cambiaba, hace años estaba igual. Inhalo el olor de la atmósfera y por dentro me siento en casa. Tomo la mano de Archie y entramos al lugar.

-Tranquilo- le hablo suavemente, con un tono de voz bajo -Seguramente llamen a mi papá. Luego nos iremos, deberías estar nervioso por eso. 

-Tu padre no me da miedo, pero esta ciudad si. No se nada de lo que pasó aquí, pero sí se que te dejó destruída. No quiero verte así.

Me muevo inquieta y suelto su mano. -No fue la ciudad lo que me destruyó - contesto para tranquilizarlo -Fui yo misma. 

Hija de Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora