El sonido de la puerta siendo golpeada me saca de mis cavilaciones de manera abrupta, pero me toma unos segundos espabilar y ponerme de pie de mi cama para abrirle a quien sea que está llamando a mi habitación.
En el instante en el que lo hago, la figura esbelta y alta de Victoria aparece en mi campo de visión. Lleva un vestido azul marino que se ciñe a su figura de manera provocativa y una toalla en la cabeza que me hace saber que apenas ha empezado a arreglarse. No hace falta que diga que va a salir. Es obvio que lo hará. No me quedan dudas sobre eso.
—Arréglate que salimos en una hora —dice, sin ceremonia alguna y mi ceño se frunce ligeramente.
—¿Qué?
—Tú y Alejandro van a ir conmigo y mis amigos a La Santa [2]. Alístate, que salimos en una hora —dice, con aire autoritario y una sonrisa incrédula se dibuja en mis labios en ese momento.
—Agradezco la invitación, pero la verdad es que...
—¡No te atrevas a rechazarme, Tamara Herrán! —Victoria me señala de manera amenazadora—. No estoy preguntándote si quieres ir o no. Has pasado las últimas semanas encerrada en estas cuatro paredes escribiendo la biografía del hijo de puta que jugó contigo. Te mereces una noche de diversión. Vamos. Arréglate, que vamos a bailar hasta que los pies nos duelan y vamos a beber hasta que Alejandro tenga que sostenernos el pelo mientras vomitamos.
Niego con la cabeza, pero mi sonrisa no se desvanece.
Lo cierto es que Victoria tiene razón. Las últimas tres semanas de mi vida han sido un completo calvario.
Desde mi reunión con Gael —esa en la que me dijo a gritos que estaba comprometido—, no he podido darle algo de paz a mi mente. Mucho menos al idiota de mi corazón, que sigue empeñado en albergar esperanzas de que voy a recibir otra explicación de lo que pasó cada que voy a verlo a su oficina.
Nuestras reuniones durante estas últimas tres semanas, han sido tan frías y tan impersonales, que he llegado a preguntarme si realmente ocurrió algo entre nosotros. Si de verdad existió un poco de aquello que nos llevó a besarnos de la forma en la que nos besamos...
Mis interacciones con Gael Avallone han pasado a ser un monótono ir y venir de preguntas y respuestas que se me antojan poco interesantes. Se han reducido a un montón de historias sin relevancia acerca de cómo Grupo Avallone fue creciendo desde que él tomó las riendas del emporio de su padre y de cómo es que fue abriéndose paso en los mercados internacionales hasta que llevó a las empresas al punto climático en el que se encuentran.
Deliberadamente, he evitado a toda costa tocar el tema de su vida personal, porque no quiero escuchar nada más sobre su prometida y porque él mismo me pidió, durante nuestra primera reunión, que me limitara a escribir acerca de su éxito financiero. Eso es, precisamente, lo que estoy haciendo. Estoy enfocándome al cien por ciento en lo que tiene que decir sobre su caminata hasta la cima del éxito en el que se encuentra.
Así, pues, con todo esto en mente he comenzado ya con la escritura del primer borrador de la biografía.
Me encantaría decir que estoy conforme con lo que estoy haciendo y que todo lo que he dicho respecto a este hombre me satisface de sobremanera..., pero la verdad es que lo odio. Odio todo lo que he escrito.
Es tan impersonal, tan carente de emociones, que no puedo evitar sentir como si estuviese escribiendo una lista del supermercado. Una línea de tiempo sobre un tema poco interesante.
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MAGNATE © ¡A la venta en Amazon!
RomanceEN FÍSICO Y DIGITAL A TRAVÉS DE AMAZON. • Esta historia está disponible como audiolibro en Audible Español. "Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame." -Oscar Wilde.