Capítulo Ocho

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Marzo del 2014.
El día después del accidente en la fiesta.

Cada que intentaba dormir, mi mente mostraba esas escenas donde el pobre hombre se estrellaba en el parabrisas para después caer estrepitosamente en el pavimento. Veía el rostro lleno de pánico de Elisa con sus ensordecedores lloriqueos.

Cómo superar eso y no morir en el intento?

Ahora estaba atado a Elisa con un cruel secreto. Cómo me atreví? Como pude ensordecer el llamado de lo correcto y me dejé llevar por un rostro hermoso! Me había convertido en un cómplice enceguecido por el amor a una de las mujeres más hermosas que jamás antes vi, estaba atado a Elisa de por vida.

Una noche antes Elisa había arrollado a un hombre en un circuito cerrado, donde, gracias a Dios, no había cámaras de seguridad  que probaran en delito, minutos después huimos cual cobardes para dejar a ese pobre hombre en un charco lleno de su propia sangre.

No podía vivir con eso de por vida.

Iban a dar casi la una de la tarde y apenas me iba levantando, pese a ser domingo no tenía ánimos de hacer nada, lo único que mi humor me había permitido hacer era levantarme a cepillar mis dientes, lavarme el rostro y ponerme un pants deportivo, una playera y en sobre de ella una sudadera, después volví a la cama para cubrirme con todas las cobijas y hundir el rostro en la almohada, no quería despertar.

Escuché un par de golpes en la puerta de mi recamara, seguro era Cooper  que quería jugar conmigo como todos los domingos, a esa hora ya estábamos en el parque cerca de la casa jugando con su balón de fútbol que papá le había regalado antes de que él le firmara el divorcio a mi madre.

Al no responder, escuché el sonido de las bisagras correr y unos pasos andar hacia mi cama para después sentir como se hundía el colchón al sentarse al lado mío.

Era mi madre.

— Te sientes mal, cariño? — Preguntó tan dulce acariciandome la cabeza suavemente.

Al instante me hizo recordar cuando yo tenia siete años y me asustaba por las noches creyendo que algo me iba jalar hacia abajo de la cama, ella entraba y me cubría con las cobijas mientras acariciaba mi cabeza para finalizar con un beso, eso me hacia dormir cómodamente y quitaba cualquier miedo, incluso al crecer usaba eso de excusa para que ella lo hiciera, así que cada vez que algo me salía mal, me enfermaba o me pasaba algo nada bueno, corría hacia ella para que me hiciera sentir mejor.

— No, sólo estoy cansado — Respondí mirándola intentando no llorar.

— Qué tal la fiesta amor — Me preguntó con una sonrisa.

La fiesta? Había sido un tormento del cual nunca en la vida me quería acordar.

— Bien — Dije seco.

— Pues no lo parece, Nick — Me respondió seria — Van a dar casi las dos de la tarde, estás acostado y serio. Te sientes mal? — Volvió a preguntar.

Cómo decirle que no? Me sentía fatal, en la madrugada había sido testigo de un asesinato, mi cabeza no podía con eso, sentía que lo había hecho yo por ser un cobarde y huir.

— sólo estoy cansado, ya te dije — Le respondí más seco aún.

— Abajo está Elisa.

No pude decir nada, sólo me senté de golpe en la cama.

Qué hacía ella aquí? No le bastaba con lo ocurrido anoche? De haber sido yo quien hubiera atropellado a alguien, estaría en la cama postrado por la culpa, y, extrañamente así me sentía, culpable y lleno de pena.

Conociste a Elisa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora