Capitulo Trece

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19 de agosto del 2014.
Doce horas antes de la muerte de Elisa.

Valeria Thorner.

Mi madre se encontraba de viaje con su jefa, ella era mánager de la muy famosa actriz  de Hollywood, Janice West. Trabajaba para ella desde hace mucho, Janice la consideraba como una hermana y donde se encontraba Janice, se encontraba mi madre, sí, siempre lejos de mí.

Ese día me había levantado tarde, demasiado tarde como para ir a la escuela, así que decidí quedarme en casa y descansar un poco aprovechando mi falta escolar.

Estaba acostada en la cama hablando con Elliott ( El hijo de Janice) por whatsapp, charlando de muchas cosas, principalmente que ambos estábamos hartos de una chica, él de su novia y yo de Elisa.

Había conocido a Elisa cuando tenia 14, Janice había invitado al señor Milano (Su representante legal) a su famosa fiesta anual, ahí quede fascinada con esa chica rubia de ojos azules, esa piel blanca como la nieve y eso labios color rojo que sabían a cereza siempre que los besaba.

Pero ella no pensaba como yo.

Elisa era heterosexual declarara y bisexual por juego, a ella le gustaban los chicos guapos con aspecto de modelos o actores de Hollywood, por eso ella andaba tras Elliott, el único hijo de Janice. Pero la decepción le llegó al darse cuenta que nunca le haría casi a ella porque él estaba enamorado de la chica Pirelli.

Entonces Elisa empezó a jugar conmigo y con Sophia.

El timbre sonaba desesperadamente al grado de causar en mí una jaqueca, me levanté de la cama molesta y baje a prisa para ver quien era y decirle que se marchara, seguramente era un vendedor a domicilio o un predicador de biblias, cualquier opción quería que se largara.

Era Elisa.

— Hola, traidora — Dijo con una sonrisa pasando como si nada.

Se dirigió a la sala y yo fui tras ella, se vía extraña, el vestido arrugado, el cabello desordenado, un pequeño golpe en el rostro, unos cuantos moretones en los brazos, como si se hubiera agarrado a golpes con alguien, ojalá ese "Alguien ” haya sido Nicholas al ponerla en su lugar.

Lo trataba pésimo.

Elisa se sentó en el sillón y al instante que lo hacia me arrojaba al rostro un sobre azul que decía “Traidora” lo agarré rápidamente y me senté en el sillón frente a ella.

— Qué quieres? — Le pregunté.

— Qué le dirías a la única persona que creías que era la única persona que te era leal y al final fue judas contigo — Dijo riendo sarcástica.

— No sé de qué hablas.

— No? Traidora — Dijo furiosa — No fuiste tú quien le dijo a Nick que me dejara.

— Oye — Le dije tratando de calmar todo — Él sólo me pidió un consejo, yo le dije que...

— Mi mejor amiga le dice a mi novio que me deje, qué puto consejo es eso? — Me gritó — Qué más le aconsejaste?

— Que te asesinara — Le confesé.

Elisa agrandó esos bellos ojos azules mientras su rostro se quedaba paralizado por lo cruel de la afirmación, pero bueno, las verdades estaban saliendo a flote y yo debía de decirle de una vez lo harta que estaba.

— Vaya — Dijo al fin — Al parecer todos quieren deshacerse de mí.

— No de ti, sino de como eres.

— Ten cuidado con lo que deseas, traidora.

Y con ese maldito ego que era más grande que ella, se marchó de mi casa molesta.

Bueno, en realidad lo que le había dicho Nick era “Yo la asesinaría, ganas no me faltan” varios días después Nick terminó con ella tras una relación destructiva y tormentosa.

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“ Tú sabes todo sobre mí, mis gustos, mis disgustos, lo que he hecho, sabes que eras como mi puto diario, sabías que realmente me había enamorado de Nicholas Montalvo y que no pude controlarlo, no lo quería perder, no sabría como vivir sin él y ahora me quedé sola, maldita traidora. Espero y te quedé en la conciencia lo que me pase. Eres responsable ”

Quería saltar a las vías del tren al leer el último párrafo de esa carta, qué demonios quería decir Elisa? Se iba a suicidar sólo porque Nicholas la había dejado? De ser cierto, yo no tendría la culpa de nada, era de ella, ella había tomado una actitud estúpida en torno de su relación, se había vuelto loca al grado de presionar y hartar a Nick. En todo caso era culpa de ella, no mía.

Pero la consciencia no me dejaba en paz.

Como me habían revocado el permiso de conducir, llamé a un taxi para que viera lo antes posible. En cuanto llegó, le di la dirección de la casa de Elisa para que me llevara a prisa.

Le marcaba a Elisa.... No contestaba.

En cuanto se estacionó el taxi le di más billetes de lo que debí y salí corriendo del para entrar a prisa.

— Mierda, Elisa — Dije molesta.

La puerta de la entrada estaba abierta, seguramente ella la había dejado abierta para que yo entrara y así caer en su juego, sin más entré y subí las escaleras más despacio al quedarme sin aire por lo acelerara que estaba, al llegar al pasillo de donde se encontraba su recamara, suspire  al sentir nuevamente ese pánico que sentía desde que entré a casa, giré el picaporte y entre a su oscura y solitaria habitación.

— Elisa — Dije con la voz temblando mientras daba lentos pasos hacia dentro — Elisa, estás aquí? — Pregunté de la misma manera.

La única respuesta que tuve, fue la del agua que caía del grifo correr a la tina.

— Elisa, esto no es divertido — Dije un poco molesta.

Entré al baño mientras controlaba el temblor de mi cuerpo.

— Eres una idiota, Elisa — Dije riendo al verla en la tina — Tan fácil para mí.

Entonces me dirigí hacia ella lentamente para verla más de cerca y decirle todo lo que ya no aguantaba dentro de mí.

Ahogarla hubiera sido un placer.

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