Capítulo Veintitrés

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Dos días. Nadie me contesta. Vee siempre esta con excusas de que tiene que hacer algo cuando le pregunto lo que pasó. Al menos ella es la única en contestarme, incluso llame a Scott.

Mamá, a veces me manda miradas de preocupación, creyendo que yo no la veo. Todo está demasiado extraño y nadie quiere contarme porque.

Así que, aquí estoy, en el aeropuerto, con mi maleta y el pasaje que tuve que comprar con el dinero que estaba ahorrando. Deje una nota a mamá, diciéndole que necesitaba respuestas. Nadie sabe qué voy, y así se tiene que quedar.

En la sala de espera, me siento, sacando mi teléfono, para revisar que no tenga llamadas perdidas. Incluso abro el chat que tengo con Patch, ni siquiera leyó. Como no tengo llamadas, es porque mamá aún no se da cuenta que me fui, porque luego ella trataría de detenerme y no quiero problemas con seguridad.

Más tarde sentada en mi puesto, en el avión, y viendo como las azafatas explican cómo procede eso, me dedico en ver la ventana pequeña que tengo a mi lado. Claramente hace frio y peor en noche, por eso traje un saco bastante caliente para no sentir frio. Cuando el avión, empieza a caminar, mis manos empiezan a sudar y mi corazón a latir demasiado rápido. Tengo un pensamiento que quiero ignorarlo: Algo está mal, muy mal.

Sé cuándo mi madre sabe que no estoy, cuando empieza a llamarme todo el tiempo. Solo le digo "Estoy bien" para luego colgarle y así darle una idea de que no quiero que me llame más.

Cuando ya aterriza, los nervios aumentan. Veré a Patch de nuevo, eso me llena de alegría.

Con el poco dinero que tengo, pido a un taxi que me lleve a mi casa, aunque seguramente no tendré dinero para pagarle, ahí me las arreglo. Una hora después, me bajo del auto, bajando mis maletas, le pago el poco dinero que tengo y él parece esperar más.

—Espere, tal vez tenga en casa—asiente, troto a mi casa y saco dinero de mi habitación, que por suerte lo tenía guardado, con eso le entrego y él se marcha. Suspiro.

Cuando entro otra vez, noto que la casa ha estado en buen estado. No hay polvo y el suelo está limpio. Los platos guardados, incluso las habitaciones parecen estar perfectas. Seguramente Vee lo hizo. Ahora ¿Qué hago? Un bar se me aparece en la mente, pero no cualquier bar, dejo mis maletas y me encamino al bar.

El Arcade de Bo se lee en lo alto, pero esta vez el cartel no está prendido, y cuando, miro hacia la puerta, y toco, me doy cuenta que no hay nadie y está cerrado. Frustrada llego otra vez a mi auto, pero el eco de alguien caminando me detiene.

Me doy la vuelta viendo una sombra salir del callejón, que hay al lado del bar. Cuando las pisadas se hacen más cerca, trato de entrar al auto, pero este se bloquea y lo peor las llaves se me resbalan de la mano.

— ¿Nora? —Esa voz, yo conozco esa voz.

— ¿Rixon? —recojo las llaves, pero me las guardo en el bolsillo.

— ¡Tanto tiempo sin verte! Nunca hubo revancha en el billar.

—Estaba ocupada—es lo que respondo.

—Me dijeron que te fuiste a Londres—asiento, y lo veo caminar hacia mí.

—Cosas... familiares—le sonrío, cuando se acerca demasiado a mí.

— ¿Cómo así regresaste? —pregunta, poniendo sus manos dentro de sus bolsillos.

—Porque extrañaba mucho a mis amigos—Sé que él sabe que miento, lo sé, porque él sabe de Elliot, y todos los problemas que hemos tenido con él.

—Oh, claro, pero tus amigos no vienen por aquí.

—Claro, pero creí que encontraría a Patch aquí—digo, secando mi sudor en el jean.

Dear, Angel [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora