2. Versus

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La noche que siguió a la reunión fue una de las más largas y tristes para Hermione, a pesar de que no dejó que ninguna lágrima se derramara por sus ojos.

Escuchar como debatían y revivían la muerte de Ron una y otra vez sólo para señalar al culpable -que por cierto, ya todos conocían- había removido en su pecho ese sentimiento de tristeza infinita que se encontraba incrustado en su corazón desde hace dos meses, y que prácticamente la había pulverizado, dejándola semi muerta, vacía por dentro.

Así que esa noche, decidió marcharse antes de que terminaran.

Pues no quiso seguir escuchando la discusión.

No quiso seguir mirando como Molly se derrumbaba como un estropajo.

Ni ver como el resto de la familia Weasley tenía lo ojos y las mejillas enrojecidas.

Sin avisarle a nadie, se fue hasta su habitación y se acostó de espaldas, observando la foto del supuesto "trío dorado" que adornaba su velador. Era casi como si no se reconociera. Ella, sonriendo de oreja a oreja, afirmando de los brazos a sus dos mejores amigos, que también sonreían a la cámara con la candidez de la inocencia. Se le oprimió el pecho al fijar su mirada en el pequeño y pecoso pelirrojo de su izquierda, que para variar, tenía algo de hollín en su mentón.

Perderlo había sido peor que perder un brazo. Él no sólo era un amigo, sino que era el amor de su vida. Y ahora que no lo tenía a su lado, simplemente se dedicaba a sobrevivir. Sobrevivir para matar al responsable de que ya no pudiera disfrutar de su cálida sonrisa, de que ya no pudiera reír nunca más con sus ocurrencias, de que ya no pudiera sentir algo más que odio.

-¿Hermione? -esbozó una voz en la oscuridad-. ¿Estás dormida?

-Sí, Harry -ironizó-. Estoy completa y absolutamente dormida.

El pelinegro sonrió y se acercó lentamente a la cama de la muchacha, filtrándose bajo las sábanas.

Sin pedir permiso, y arriesgándo su propia integridad, la atrajo hacia su cuerpo para acunarla en el pecho de manera fraternal. Hermione se dejó hacer, por lo que Harry fue más allá y comenzó a peinar sus bucles con la mano derecha. Él sentía la necesidad de consolarla, pero Hermione también sabía que Harry necesitaba compañía. Por eso no opuso resistencia.

-Los he convencido -soltó él de pronto.

-¿En serio? -preguntó, incorporándose sorprendida.

-Sí -confirmó ceñudo-. No estoy de acuerdo y lo sabes. Pero si significa tanto para ti, tienes todo mi apoyo.

Hermione asintió y volvió a dejarse caer en su pecho, algo más relajada. Ahora ella tendría la oportunidad de deshacerse de ese mortífago. Ahora tenía permiso para aniquilarlo sin consecuencias ulteriores. Tenía el camino libre.

-Gracias -musitó.

-Nada de gracias -atajó él-. Debes trabajar conmigo en esto.

Ella sintió como si un vaso de agua helada se le hubiera tirado en plena cara y se separó bruscamente de él.

-¡Pero Harry! -protestó alterada-. ¡Malfoy es mi venganza! ¡Yo debo hacer esto sola!

Pero él ni se inmutó. Siguió mirándola impasible desde su posición.

-No lo voy a repetir, ni cederé. No te desgastes -advirtió seriamente-. No voy a permitir que alguien te dañe, ¿me oíste? Eres lo más importante que tengo y lo único que me queda. No voy a dejarte sola, esa es mi condición. Lo tomas o lo dejas. Si lo tomas, perfecto, te ayudaré en lo que necesites. Pero si lo dejas, créeme que puedo lograr que no te dejen salir nunca más de aquí para que no cometas la estupidez de ir a buscarlo por tu cuenta. Soy capaz y no dudaré en hacerlo.

Tu VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora