Se removió entre las sábanas buscando su frío cuerpo, pero ya no estaba recostado a su lado, aunque podía asegurar que él aún se encontraba dentro de su habitación. Su aroma permanecía en el ambiente, clavado en sus fosas nasales, haciéndola sonreír inevitablemente al recordar sus caricias expertas, que habían dejado marcado cada trozo de su piel, la que por cierto, aún ardía de satisfacción.
Con pereza abrió los ojos y lo vio. Estaba sentado en el marco de la ventana, con el torso desnudo y un vaso de whiskey en la mano, observando con expresión ausente algún punto del cielo que esa noche, sin luna ni estrellas, le ofrecía.
"Otra vez", suspiró para sí Pansy Parkinson, sabiendo de inmediato que ocurriría a continuación. Cada vez que Draco adquiría ese semblante melancólico, al día siguiente se comportaba como un verdadero cabrón, como si estuviera exorcizándose de algún dolor, castigándose por guardar aún sentimientos en el fondo de su pecho.
–Regresa a la cama, aún es temprano –susurró la pelinegra, palpando el colchón con suavidad.
Pero fue ignorada, y no le sorprendió en lo absoluto. Draco seguía abstraído bebiendo de su vaso, con su mente muy lejos de ahí, perdido en sus recuerdos.
.
"Corría.
Corría con tanta desesperación que no sentía como las ramas de los arbustos se le incrustaban en la piel, causándole pequeñas heridas que más tarde le escocerían con intensidad.
Había fallado estrepitosamente, y ahora sólo le restaba pedir misericordia al Señor Tenebroso. Para él y su familia.
–¡Vamos, no te quedes atrás! –regañó Severus, desde unos metros más adelante–. Tenemos que salir de los terrenos de Hogwarts para poder aparecernos.
–¡No era necesario que lo hicieras, yo lo iba a asesinar! –mintió, tratando de alcanzarlo con las escasas energías que le quedaban en el cuerpo–. Yo debía hacerlo, ¡Lo sabías!
–A mí no me engañas, Draco –jadeó el hombre reduciendo la velocidad–. Le juré a tu madre que llevaría a cabo la misión si tú no podías.
–¡Te dije que lo iba a hacer! –exclamó furibundo–. Era mi misión, ¡mía!
–Hablaremos más tarde de eso –sentenció Snape, parando en seco y afirmándolo del brazo–. Ahora es tiempo de volver. Ya podemos hacerlo.
Ambos se aparecieron justo en las afueras de la mansión Malfoy, lugar que Voldemort había señalado como su nuevo cuartel. Draco sudaba frío, de forma inconsciente su rostro tiritaba, su estómago se retorcía y tenía las manos tan fuertemente empuñadas que las uñas le estaban marcando las palmas.
No quería entrar. No quería enfrentarse a las consecuencias de su fracaso. Deseaba con todas sus fuerzas salir de ahí, escapar de su apellido y de todo lo que su sangre significaba. Pero no podía. Su madre, lo único que realmente le importaba, estaba en peligro. ¡Por todos los demonios! Rogaba que ella se encontrara sana y salva.
–Entremos –dijo Snape, tomando la iniciativa y caminando a la puerta.
Draco asintió en silencio y caminó detrás de él. El aire que de adentro era tan denso, que debía hacer grandes esfuerzos para respirarlo. Ingresaron al gran salón, donde ya se encontraban todos los mortífagos reunidos en un círculo, rodeando al Señor Tenebroso que lo miraba con semblante inexpresivo.
–Joven Malfoy. Lo estábamos esperando –soltó con una macabra sonrisa en su serpentino rostro, antes de inclinar la varita en su dirección."
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Tu Verdugo
FanfictionOdio tu mirada soberbia, tu valentía y tu sangre inmunda... pero lo que más me enferma, es tu insistencia en rondar por mi cabeza. Inevitablemente, Granger, uno tendrá que morir a manos del otro.