15. La segunda alternativa

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Los cuatro encapuchados avanzaban como sombras amparadas en la noche, con un objeto claro y preciso a cumplir. Llevaban sus varitas fuertemente apretadas y máscaras plateadas ocultaban su identidad. Al frente, justo al centro de ellos, se encontraba su líder, caminando a paso firme sin titubear, repasando mentalmente las instrucciones recibidas unos minutos atrás.

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"El primer grupo de mortífagos abandonó el lugar entre risas victoriosas, mientras el segundo esperaba que les explicaran su parte en el plan. Voldemort lucía una mueca de satisfacción en su serpentino rostro mientras acariciaba la varita con los dedos, saboreando la victoria que ya se avecinaba.

¿Por qué ellos se llevan toda la acción? –reclamó Blaise, apuntando a la puerta por donde ya habían desaparecido el resto de los encapuchados–. La mayoría son insignificantes en comparación a nosotros.

Oh, mi fiel Zabini, no te preocupes, ustedes también tienen su parte de diversión –respondió flemático el Señor Tenebroso–. A veces los más fuertes no sólo sirven para luchar, sino también para engañar al enemigo. Distraerlo.

Voldemort miró a los sirvientes que quedaban en el lugar, analizando uno a uno su comportamiento. Nott estaba pálido y parecía en otro mundo, no lo culpaba, el infeliz había pasado por una serie de obliviate que probablemente ya estaban causando estragos en su traidor cerebro. Muchas veces había pensado eliminarlo, pero algo le decía que aún podía ser utilizado en su beneficio.

Por su parte, Parkinson se notaba incómoda, el constante movimiento de sus manos lo denotaba. Reparó que en el último tiempo no la había visto en la mansión, y sólo aparecía cuando él la llamaba. ¿Dónde se metía la muy zorra?.

Finalmente, Malfoy lo miraba de frente y sin pizca de emoción en el rostro. Parecía una maquina dispuesta a arrollar cualquier obstáculo que se interpusiera en sus objetivos, y la marca que adornaba su rostro atenuaba la otrora apariencia de crío que solía tener. Pero ¿cómo saber si lo traicionaría o no? El infame de Cupidine sólo le respondía evasivas cuando trataba de averiguar su futuro.

Sólo Zabini parecía realmente comprometido con sus propósitos, pero tampoco le inspiraba confianza, era una persona impulsiva y visceral, que siempre trataba ganar algo con cada movimiento. Un sujeto astuto con portada de alfeñique.

Ustedes atacarán la mansión del Ministro de Magia, y asesinarán a todos los que ahí se encuentren –explicó caminando lentamente alrededor de ellos–. No se sientan decepcionados, por lo que tengo entendido, en ella se están alojando las delegaciones de los ministerios de Francia y Alemania. Ahora bien, lo importante es que llamen la atención y dejen el espacio de tiempo suficiente para que puedan pedir auxilio; luego elimínenlos a todos. Es fácil, no quiero errores, sólo muertos.

Los cuatro súbditos realizaron una breve reverencia y se dispusieron a salir a cumplir con lo encomendado, sin embargo, antes de que pudieran abandonar la mansión, el Señor Tenebroso interceptó a uno de ellos para darle una última instrucción.

Malfoy, he cambiado de opinión respecto a un punto –le susurró mientras lo afirmaba del codo–. Tráeme a las hijas del Ministro, me divertiré un rato con ellas".

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Las cuatro sombras se detuvieron al frente de una gran casa blanca, iluminada por unos ridículos faroles en forma de globo. Se podía escuchar adentro las risas diplomáticas de los habitantes, y el chocar de las copas en los clásicos brindis de protocolo. Estaban en medio de una celebración y ellos venían a arruinarla. Mejor aún.

Tu VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora