Una silueta delgada caminaba arrastrando los pies, absorta por completo en sus pensamientos, desorientada por dentro, aparentemente calmada por fuera. Aún podía sentir el olor de su peor enemigo –pero actual amante– impregnado en su ropa y nariz. Era increíble, pues a pesar de encontrarse en un lugar que de plano no debía estar, hace bastante tiempo no se sentía tan cómoda. Hace tiempo que no dormía tan bien.
Con él. A su lado. Envuelta en sus brazos.
Sintiendo su respiración en el cuello. Constituyéndose en la primera cosa que vio esa mañana, con sus cabellos desordenados tapando su frente, mirándo de cerca esa cicatriz, esos labios delgados y pálidos, y esos ojos grises que la taladraban, cargados de sentimientos contradictorios y excluyentes.
¿Paz? ¿Tranquilidad? ¿Podía ahora hacerle sentir eso aquel ser que sólo le prodigaba dolor y auto-recriminación? ¿Desde cuándo Malfoy podía comportarse civilizadamente, a pesar de que sus palabras seguían teñidas de dobles intenciones? ¿Cuándo hubiera imaginado que algún día dormiría, sólo dormiría, con él, sin manoseos ni perversiones? Sacudió la cabeza tratando de olvidar dicho "incidente" sobretodo porque la hacía sentir más culpable de lo que ya se sentía, y por dos razones distintas. Uno, por relacionarse con el enemigo; y dos, por haber actuado tan salvajemente con él, cuando por primera vez, él no deseaba su cuerpo, sino su simple compañía.
Esa noche, lamentablemente para ella, los papeles se habían invertido. Sin embargo, al día siguiente, ambos se encontraban en la misma frecuencia.
.
"Lo primero que observó Hermione Granger al despertar esa mañana, fueron un par de orbes grises que la miraban atentamente desde su posición, prácticamente sin pestañear. Draco Malfoy llevaba varias horas despierto, porque a diferencia del resto de los humanos, para él el sueño era una obligación, un estorbo y una pérdida de tiempo. Dormía lo justo y necesario. No más ni menos.
Ella, que no terminaría por acostumbrarse de aquella intensidad gris, se ruborizó de inmediato, sintiéndose sumamente incómoda.
–No me mires de ese modo a menos que tengas algo que decirme –soltó a la defensiva, tratando de ocultar su nerviosismo.
Él sonrió de medio lado, divertido.
–Qué diferencia... –comentó al aire–. Me imaginaba que cuando despertaras volverías a ser la misma maleducada de siempre; sin embargo, he de admitir que la tranquilidad que reflejabas mientras dormías me tenía absorto. ¿Soñaste conmigo, Granger? ¿Por eso la cara boba?
Ella arrugó la nariz, mas no le contestó nada al respecto, pues no quería caer en su juego. No recordaba ni pizca de lo que había soñado durante ese tiempo, pero sí sentía que había descansado como hace mucho tiempo no lo hacía. Incluso, le sorprendía no haber babeado sobre la almohada. ¿Cómo era posible aquello, considerando todo lo que la rodeaba?
–Puedes marcharte –soltó de improviso Draco, girando sobre su propio cuerpo para darle la espalda, con cuidado de sus vendajes y heridas–. Supongo que en el estúpido cuartel del pajarraco te deben estar buscando, así que no hagas esperar a esa tropa de inútiles. No querrás que te atosiguen con preguntas idiotas que estás incapacitada de responder, como por ejemplo, con quién pasaste la noche.
Hermione bufó como toda respuesta y se levantó de la cama que compartían, con una fuerte opresión en el pecho. Una parte de ella, no quería irse de ahí, pero esa misma parte no era lo suficientemente valiente –o tarada en su concepto– para confesárselo. Además, ¿Cómo estarían sus heridas? ¿Se sentiría mejor? Trató de olvidar dichas preocupaciones, junto con otras que atormentaban su cerebro, y se dirigió al baño a buscar sus ropas. Aún estaban mojadas, pero al menos, la sangre casi no se notaba.
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Tu Verdugo
FanfictionOdio tu mirada soberbia, tu valentía y tu sangre inmunda... pero lo que más me enferma, es tu insistencia en rondar por mi cabeza. Inevitablemente, Granger, uno tendrá que morir a manos del otro.