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La ciudad estaba llena de vida.
A Clive le encantaba, sobre todo porque allí nadie le miraba con superioridad. Su pasado había quedado a un océano de distancia.
-Me gustan estas campanillas de cristal.
Eran escandalosamente caras pero sabía que para William el dinero no era un problema, había sido claro con eso.
-Son muy hermosas -dijo Keith.
-David no me permitía decorar la casa, ni comprar nada sin permiso -dijo Clive mientras seleccionaba unas figurillas.
-¿David?
-Mi primer marido.
-¿Fue un matrimonio de conveniencia?
-Sí.
-No tiene señales de marcas antiguas.
-Nunca me marcó. Mi vida con él fue un infierno pero ahora el arde por sus pecados y yo he encontrado el amor con William.
-Se les ve muy enamorados.
-Le amo tanto -Clive se ruborizó – y me cuida mucho. Eso es bueno.
La dependienta les tomó nota.
-Enviaremos esto a su casa.
-Sí, por favor -dijo Clive con una carcajada – porque ya llevamos tres cajas.
Había comprado unos zapatos y un sombrero para William. Y un conjunto de ropa de bebé. Le hacía tanta ilusión empezar a comprar cosas para el bebé...
-Buenos días, caballeros -dijo una voz conocida y con un acento marcado.
-Señor di Vaio -Clive saludó al italiano -Estamos haciendo unas compras.
-Permíteme que le ayude, va muy cargado -le dijo Mariano a Keith.
-Puedo con ello.
-Insisto.
Keith aceptó. Ese hombre era extraño. Intenso. Clive también era extraño. Le trataba como a un igual. Y la relación entre Clive y Mariano también era extraña, se hablaban con mucha familiaridad y Mariano le trataba de un modo protector pero extremadamente respetuoso.
-Tengo hambre -interrumpió Clive.
-Estás pálido -dijo Mariano – Keith, ¿cuánto tiempo lleváis de pie?
-Unas dos horas. Ya le he dicho que tenía que comer algo, he visto a muchos omegas embarazados y...
-Estoy empezando a marearme.
-Vamos a comer algo. Hay una pastelería ahí.
-Les esperaré en el carruaje -dijo Keith.
-¿Por qué? -preguntaron Clive y Mariano a la vez.
-No creía que estuviera invitado. Es decir, yo... perdón. No quería ofenderles.
-Eres mi amigo. Trabajas para mí pero no eres solo mi empleado. Creía que yo te agradaba, que era más que un jefe para ti...
-Clive, tranquilo. Por supuesto que le agradas a Keith. Estas muy sensible...
-Ademas no quiero que William se moleste conmigo y si me quedo a solas con Mariano se molestará y yo... yo... no se que me pasa.
-Es por el bebé. -dijo Keith – Vamos, comeremos algo. Algo dulce.
Mariano asintió y se acercaron a la pastelería.
Cuando entraron, varias cabezas se giraron hacia ellos pero iban tan pendientes de Clive y su ataque de sensibilidad que no lo notaron. Ocuparon una mesa cercana y una chica con un uniforme elegante se acercó.
-¿Qué desean?
-Café -dijo Mariano.
-Chocolate -dijo Clive – chocolate caliente y pastel de merengue...
-Yo estoy bien, gracias.
-Keith, toma un chocolate. Es excelente aquí -dijo Mariano.
-No servimos a negros. Si quiere algo puede ir a la parte trasera, hay una sala para que los esclavos puedan comer. Hay pasteles de ayer a buen precio.
Durante unos segundos cayó un silencio espeso sobre la mesa.
-El quiere chocolate. Gracias.
-Lo siento pero no servimos a negros. Si quiere un chocolate puede traer su propio vaso y venir por la entrada de la cocina con el dinero o en la sala que le he indicado.
-Ponga un chocolate de inmediato...
-Señor di Vaio -dijo Keith – de verdad, estoy bien así.
-Ya me siento bien -dijo Clive, un poco sobrepasado – creo que es mejor que nos vayamos.
Mariano se hizo cargo de la situación. Clive parecía genuinamente afectado y Keith mantenía la cabeza baja y las manos cruzadas.
-Él -dijo mirando furioso a la camarera – él quiere un chocolate.
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Sin Cuestiones ||Cuestion de Honor T-3||Lason||Zarry||Niam||Wive||Omegaverse||
Loup-garouTercera temporada de Cuestión de Honor Ha llegado el momento para Louis, dejar atrás todo, prejuicios, pasado, y buscar al alfa que le volvió el mundo del revés Jason no supera al omega que le robó el alma y el corazón en Londres. Hijo y nieto ún...