Apartamento 704 - Lee Hoseok (Wonho)

Capítulo 18

— ¿Una amiga, eh? — preguntó Hoseok cuando entré a la habitación.

— Lo siento, no sabía que decirle.

— No tenías que hacer eso, no necesito que estés aquí.

— Si me necesitas.

— Que no, sé cuidarme solo.

— ¿Cómo sé que no te irás si me voy?

— Ya pasó mi hora de trabajo, ya avise qué faltaría. ¿A dónde iría?

— No lo sé, no te conozco.

— Sal con él. — me pidió.

— Está bien, luego lo llamaré. — mentí, no iba a dejarlo solo porque aunque no lo conocía bien, sabia lo cabeza dura que podía llegar a ser, y no me diría que está mal incluso si estuviera a punto de morir.

— Gracias. — dijo cuándo puse el desayuno sobre sus piernas, lo había llevado en una bandeja.

— Le agregué leche a tu café, necesitas alimentarte. — él me dio una mirada que no pude descifrar, pero yo seguí hablando— Come el queso, te hará bien, ah y preparé fruta para cuando termines. Las medialunas están deliciosas, no dejes nada. — él se rió.

— ¿Crees que me comeré todo esto?

— No seas tímido, sé que comes tanto como yo. — él sonrió.

— Somin, dijimos que no comeríamos la comida del otro.

— ¿Y?

— Estas cosas no las pagué yo.

— Hoseok, te las estoy dando por voluntad propia, ¿puedes dejar de ser tan justo una vez en la vida? —él suspiró.

— De acuerdo, gracias.

— Provecho. — dije abandonando el lugar.

— Somin. — me llamó, me di la vuelta rápidamente.

— ¿Si?

— ¿Por qué te vas?

— ¿Quieres que me quede contigo? — él no dijo nada, era obvio que no lo diría, así que simplemente me senté en los pies de la cama y lo acompañé en silencio.

(***)

Hoseok se durmió casi al instante de acabar su desayuno, incluso tenia aun la bandeja sobre su regazo. No quería despertarlo, pero debía estar bien alimentado para tomar sus medicamentos.

Llovía fuertemente, había estado esperando a que parara para poder ir a la farmacia, pero Hoseok necesitaba tomar algo en ese momento y no podía esperar más, así que iría después de darle su almuerzo.

Fui a mi habitación, lo desperté tranquilamente para no sobresaltarlo, aunque me costó pude hacerlo, me alegraba mucho saber que había podido dormir profundamente por primera vez desde que vivimos juntos.

— Es hora de almorzar jovencito.

— ¿Por qué me dejaste dormir tanto?

— Solo fueron dos horas y media, necesitabas descansar.

— Tendría que haberte ayudado.

— No fue necesario. Comete todo, ¿sí?

— ¿A dónde vas?

— A la farmacia, iré por tus medicamentos.

— Pero está lloviendo.

— Tranquilo, tengo paraguas.