Al llegar a casa me puse a pensar en lo que había pasado esa noche en el hospital con Chris. Quería pasar el mayor tiempo posible a su lado, poder abrazarlo para que ya no estuviera pensando lo sucedido con Fati.
- Hija ya ve a dormir, mañana tienes deporte.
- Si mamá, sólo que no dejo de pensar en Chris, está pasando por un momento difícil.
- Tranquila, ya has estado con él y dijeron que su hermanita estará bien, no hay de qué preocuparse, ¿Está bien?
- Si mamá, hasta mañana.
- Hasta mañana, cariño.Era ya de mañana, eran las 7:00 a.m. todo estaba en silencio, era como si yo estuviera sola en casa, bajé al comedor, el desayuno estaba listo, mi madre me había dejado una nota diciendo: Hija tuve que irme temprano al trabajo, cuídate, te amo. Mi mamá siempre me avisaba una noche antes que se iría, fue raro. Estaba a punto de dar mi primer bocado, pero, sentí una mirada fija en mí, como si alguien me estuviera observando a cada movimiento que hacía, fui al corredor y no había nadie. Regresé al comedor, me senté y no le presté atención alguna a lo que ocurrió. Al momento sentí unos dedos fríos deslizándose sobre mis brazos, su respiración, su voz susurrándome "Me has dejado ir", conocía esa voz, era la voz de Chris, se puso frente a mí, su rostro era pálido, sus ojos habían dejado de brillar, era cómo si alguien le hubiese arrancado el alma, ¡Sálvame! ME GRITÓ, ¿Cómo iba a ayudarlo? Yo, yo no sabía lo que pasaba. Lo estuve buscando en toda la casa, pero no lo encontré. El timbre sonó, no esperaba a nadie tan temprano, aseché por el mirador y era Fátima, abrí de inmediato la puerta, su rostro estaba triste, sus ojos hinchados de haber llorado, le dije Chris a estado aquí, ¿Qué ha pasado?, ella me miró y dijo "Romina, Christofer ha muerto", yo le decía que no era posible, yo lo vi, lo sentí... Él venía de camino a tu casa, pero no pudo llegar, por un carro rojo... salí corriendo a mi cuarto, me tiré sobre la cama y eché a llorar, mis lágrimas caían sin parar, sentía que mi corazón fue triturado en unos pocos segundos...
Desperté, mis ojos estaban empapados de lágrimas, sólo fue un sueño.
Eran ya las 7:10 a.m., estaba predicho que llegaré tarde al colegio me puse lo que tenía a la vista, cogí la mochila, mamá ya estaba esperando en el auto.
- ¿Tarde otra vez, Romina?
- Perdón mamá, tuve otra pesadilla.
- ¿Qué pasó?
- Después te cuento, ahora sólo quiero ver a Chris.
- Está bien, está bien.Las veces que llegaba tarde, veía a Chris esperándome en la reja principal y esta no era la excepción.
- Al fin llegaste, se nos hará tarde para literatura Romi.
No escuché lo que él me decía, sólo quise abrazarlo muy fuerte y él me correspondió, sentí un gran alivio en tenerlo conmigo, una lágrima recorrió mi mejilla. Él me miró y no dudó en abrazarme más fuerte.- Me alegra que estés aquí Chris.
- Siempre lo estaré ¿sí? Tranquila mi Romina.Entramos a clases, el maestro de Literatura formó equipos, cómo siempre estábamos Chris, Nicole y Yo. Hicimos rápidamente el trabajo y planeamos una cena en mi casa para el viernes, para animar a Chris por lo de su hermanita, él acepto.
- ¡Romina!
- ¿Sí?
Volteé a ver, era mi mejor amigo, de verdad ¡él está aquí en Londres! Él no había cambiado, ese aspecto de niño nerd, sus cejas pobladas, ojos café claros, cabello ondulado peinado a un lado sin ningún uso de cosmético en él. Venía con unos jeans azules, camisa de manga larga color negro y un gorro para el inverno. Él al verme me dio un abrazo, en ese momento sentí cómo mi cuerpo cayó en su pecho, era el abrazo que necesitaba al llegar aquí al no conocer a nadie en ésta enorme ciudad.
- ¡ESTÁS AQUÍ! ¿Cómo pasó? -Sentí que el corazón se saldría de mi pecho al escuchar esas dos palabras al salir de sus labios. -
- ¡Me transfirieron!
- ¿Y Johan?
- Ella estará aquí el próximo verano.
- ¿Por qué hasta el próximo?
- Quería terminar su último año, así que aquí la esperaré.
Le sonreí y fuimos camino a casa. Me platicaba sobre cómo le había ido en la preparatoria, aunque no estemos en el mismo salón de clases, seguía sin aceptar que él estaba aquí.
- ¡Joris Albertson, qué gusto volver a verte! - exclamó mi madre -
- El gusto es mío señora, Becher.
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¿Qué tanto puedes saber de mí?
Roman pour AdolescentsDesde los 11 años, veía películas de amor y sentía cómo esas dos personas que tenían contacto al mirarse, podían suspirar y decirse "Te quiero" . Desde esa edad le temía al amor, temía que alguien llegue tan lejos a conocer mis sentimientos, temía a...