Ella no me contestaba, sólo la cargué y la llevé a enfermería. La puse sobre la camilla, la doctora me dijo que ya debería despertar porque no presentó heridas... finalmente habló.
- ¿En dónde estoy? – ella estaba angustiada –
- ¡Despertaste! Gracias a Dios, ¿estás bien? – contesté –
- Sí, ¿En dónde estoy? – estaba ella preocupada y lo compartía con ella, me preguntaba si perdió la memoria o algo parecido –
- ¡Tranquila! Estás en la enfermería del colegio, te has dado un buen golpe en la cabeza. – me reí con ironía –
- ¿Un golpe?
- Sí, estabas por llegar a la reja principal o por las escaleras, o ibas por las escaleras a la reja y....
- ¡Ay! Ya recordé, un idiota me empujó y caí. -
- Discúlpame.Escuché el sonido de la puerta, era una señora de cabello negro y un porte de amargura o lo confundí con angustia, ya ni sé lo que pienso.
- Hija, ¿Te encuentras bien? Me han llamado diciendo que has caído por las escaleras.
- Estoy bien, mamá, tranquila.
- Vamos a casa, ahí estarás mejor. – se tranquilizó –Las acompañé a distancia, se subieron al auto, ella estaba confundida al verme, sólo bajé la mirada y observé como se iba.
Miércoles.
El maestro de Literatura nos dijo que formáramos binas, mi compañero de clase era Albert. Miré a la derecha y estaba la chica nueva y le pregunté.
- ¿Quieres que seamos pareja? - ¿pareja? ¿en serio? Suena comprometedor.
- ¿No ya tienes a una? – Preguntó sorprendida –
- No, por eso te pregunto a ti.
- Es que no leí la página que él había dicho, no te seré de mucha ayuda. – contestó avergonzada –
- Te debo una, después del golpe que te diste ayer por mi culpa. Es como una disculpa. – reí –Entregamos la hoja antes que los demás. No sabía de que más platicar, así que...
- Disculpa, ¿cuál es tu nombre?
- Perdona, me llamo Romina Becher. – sonreí –
- Mucho gusto Romina Becher, mi nombre es Christofer Lowell, ¿Eres nueva en la ciudad?
- Sí, hace 3 meses que me mudé, vengo de Liverpool.
- ¡Vaya! ¿Liverpool? Un lugar muy bonito, lo visito cada vez que voy en navidad con mis abuelos.
- Sí, se ve más bonito para esas fechas.
- Así es. – le sonreí –
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¿Qué tanto puedes saber de mí?
Ficção AdolescenteDesde los 11 años, veía películas de amor y sentía cómo esas dos personas que tenían contacto al mirarse, podían suspirar y decirse "Te quiero" . Desde esa edad le temía al amor, temía que alguien llegue tan lejos a conocer mis sentimientos, temía a...