Capitulo 12

14 2 0
                                        

Alberto nego y me miró preocupado. Algo en su mirada me dijo que estaba pensando algo demasiado peligroso o malo, había visto ya antes, hace muchos años, esa mirada en el. Camino hacia mí y puso una de sus manos en mi hombro derecho.
—¿Puedo recomendarte a un psiquiatra amigo, Roberto?
Quite su mano de mi hombro de golpe y niego consecutivamente.
—¿Me estás jodiendo? ¡Vimos los dos lo mismo!
—Ya lo sé, pero puede ser mera casua...
—¿Casualidad?—pregunto interrumpiendolo.—¿Sabes que? Deja, no importa, puedo con esto solo.
Me di la media vuelta y busque mi campera, que había dejado colgada en el perchero.
—Estaria tranquilo si no supiera nada de los sucesos que tuviste con anterioridad. Pero lamentablemente los se, y me preocupo por vos.
Me di la vuelta para mirarlo. Alberto estaba aún sentado detrás de su escritorio, pero sin mirarme siquiera.
—¿Sos pelotudo vos?
—No seas así, Roberto.
—Deja que conteste la pregunta por vos: sos un pelotudo.
Sin decir más nada salí de la oficina a paso firme, sin mirar hacia atrás. Huyendo, como de costumbre.

Estaba sentado en una fiesta, los invitados estaban todos disfrazados de arlequines, bailando al son de una melodía medieval. Era el único que no encajaba, que no centraba, que parece salido de un libro futurista, aunque estaba vestido como de costumbre. Observó como todos caminan, bailan y cantan. No entiendo el sonido que hacen mientras se mueven de un lado a otro, los vi moverse de acá para allá, unos reían exageradamente, otros lloraban desconsoladamente.
Me moví rápido por el salón en busca de una salida, necesitaba irme urgente. Frene mis pasos al encontrarme de frente con Camila, mi hija. Trague saliva.
-¿Por qué siempre estás escapando?
No sabia qué decirle, por lo tanto me quede mirándola.
-¿Por qué no descansas?
-Porque vos no me dejas.
-¿Que?-no entendí la formulación de su respuesta.
-¿Por qué siempre estás escapando? ¿A quien estás buscando?
-A nadie.
-Tus papás no van a venir a buscarte. Deberías aceptar que ellos te abandonaron.
-No los estoy buscando a ellos.
-Los buscas, como los buscabas en la iglesia, esa primer noche que te abandonaron.
Todo se volvio oscuro, una luz iluminó un extremo del salón, noto de repente que hay un pequeño niño de cabello oscuro y piel morena, está temblando: soy yo cuando fui abandonado. De golpe escuche su llanto desconsolado, entre medio llama a sus padres, a los gritos "¡Mami! ¡Papi!"
Me levante en crudo. Respirando agitado, mirando para todos lados. Estaba solo en mi cuarto, la penumbra de la noche me anuncia que todo fue una pesadilla. Siento mi cuerpo temblar, me tocó las mejillas que están húmedas, estuve llorando.
Desesperado me levanté y encendí la luz. Baje escaleras abajo, descalzo tratando de no tropezar por la oscuridad que inundaba la casa. De reojo observe una sombra pasar rápidamente "no otra vez" pienso, camino hasta la cocina y enciendo la luz, justo a tiempo para ver en la punta de la mesa dos arlequines sin cara sentados. Me congele. Los arlequines se pusieron de pie y caminaron hacia mi, lentamente, dicen algo pero no entiendo. Cuando mi cuerpo logra reaccionar me doy la media vuelta y salgo corriendo hacia la calle.
"Estás escapando otra vez" susurra una voz dentro de mi cabeza "corre, Roberto, dale" la respiración se me vuelve entre cortada, las sombras se multiplican. Desesperado comienzo a correr descalzo y en pijama por la avenida desierta. Una luz incandescente me ciega la vista, la bocina me indica que se trata de un camión. Mi cuerpo se prepara para el impacto, cierro los ojos.
Me despierto sobre saltado, me quede dormido en mi oficina mientras terminaba de rellenar unos papeles para el juicio de Manrique.
Me quite las gafas de leer, resfregue mis ojos con mis pulgares, estaba agotado.
La luna hacia presencia como fiel cómplice detrás de la ventana, y una lampara de pie me brindaba una vaga luz que iluminaba la habitación. Di un suspiro contemplando mi alrededor, sonreí aliviado. Solo había sido un mal sueño, mañana seria otro día.

VOCES DEL SILENCIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora