Me desperté gritando.
Todo había sido una pesadilla.
El reloj marcaba la hora frente a mi, anunciando las 4 de la mañana.
Estaba temblando, y llorando. Estire la mano hacia mi mesa de luz para encender la lampara, y mi mano choco contra mano en el medio de la oscuridad. Aleje la mano asustado.
Silencio. Demasiado silencio.
Toque el interruptor de luz que estaba detrás de la cabecera de mi cama, y la luz del cuarto se encendió. Para mi propia sorpresa: estaba totalmente solo.
Mi celular comenzó a sonar justo sobre la mesa de luz. Lo tome entre mis manos. Al observar el identificador de llamadas el corazón se me acelero. Atendi.
-Manrique.
Lo salude, friamente, la espera de lo siguiente.
-¿Como esta doctor? ¿que se siente reencarnar?
La pregunta me descolocó tanto que me senté en la cama. No entendía de lo que hablaba, lo cual me regalo un miedo absoluto hacia lo que sea que se aproximaba. El presentimiento suele ser el arma mortal del ser humano.
-¿De que hablas?
-Ya me tutea-comenzó a reir-Escucheme. Le quiero hacer una pregunta mas ¿que sigue después de "a mi me volvió loco tu forma de ser"?
Me conguele por completo, y el noto mi reacción. Su risa era aguda, parecía atravesar mis venas llegando directo hacia mi cerebro. Apreté el celular como si en el se encontraran trozos de mi vida, y murmuré solo lo que se me vino a la mente, lo único que me otorgaba una suposición.
-Deja a Paula en paz.
Un suspiro se hizo oir, y la llamada se corto. El sonido del teléfono colgado sirvió de soundtrack decisivo.
Salí corriendo de la cama, baje las escaleras, y me fui directo al garage.
Al subir al auto lo encendí desesperadamente, como si mi vida dependiera de ello y acelere directo hacia la casa de Paula.Al llegar baje del auto y la puerta ya estaba abierta. Mis pasos hicieron sonido al entrar sigilosamente. La oscuridad era plena, pero eso no me detuvo en absoluto. Camine lentamente hacia cada cuarto de la casa, temeroso, pero aun así firme. Hasta que al fin logre ver un destello de luz proveniente de el ultimo cuarto. Su cuarto.
Abrí la puerta color ocre, y me encontré con la figura desnuda de Paula sobre la cama, atada de pies y manos; totalmente inconciente. Del otro lado de la cama, de pie, Manrique.
-¿Cree en dios doctor?
La pregunta me golpeo, trague saliva. Esta vez no me sentía fuerte para ser responsable de mis propios actos, creer en dios hubiera sido una buena salida, tal vez.
-No.
-¿Cree en el diablo, doctor?
-No.
-¿Por que no?
-Porque ya existe el hombre.
Manrique me dedico una sonrisa macabra. Paula se despertó automáticamente, y dirigió su mirada hacia mi.
-¡Roberto!-grito desesperada-¡Roberto ayudame!
Regrese la mirada hacia Manrique, y este enarco una ceja. Levanto su mano derecha y apunto directo hacia mi.
-¿Así que el hombre es el diablo?
Asenti.
-¡Roberto por favor!
-Baja el arma, Manrique.
Trate, juro que trate de no desesperarme. Pero las manos me temblaron.
-El hombre no es el diablo. El diablo es uno mismo ¿usted que cree?
Observe mis manos y vi el arma de Manrique en ellas. Con arma en mano apunte directo hacia Paula sin siquiera poder controlar mis acciones.
-¡NO!-grite, mientras Paula se retorcia entre llantos sobre la cama-¡BASTA!
-Cuantas veces supimos que la unica consecuencia nos llevaria a la muerte. Cuantas veces fuimos dueños de poder evitarlo, y aun asi...
Apreté el gatillo y dispare, una, dos, tres y cuatro veces. El sonido ensordecedor colmo el cuarto, seguido de un grito propio de espanto.
Mi cuerpo se aliviano, y me lance sobre el cuerpo de Paula abrazandola, tirando al fin el arma a un lado. Mi cuerpo se cubrió de su sangre, y el suyo de mis lagrimas. Me dolía el corazón, la vida, la conciencia y el alma, si es que aun tenia.
-Mi amor, no mi amor, te juro que yo no quise hacerlo, perdoname, perdoname por favor-suplique entre llantos, apretandola contra mi, desesperadamente-¡Hijo de puta!-grite. Pero Manrique ya no estaba.-No, no, no.
La negación propia frente a una afirmación inevitable. Ojala pudiera despertar, de la misma realidad.
Ro coste mi cabeza entre los pechos de Paula, y llore toda la noche.

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VOCES DEL SILENCIO.
ParanormalRoberto es un abogado penalista de 40 años con un gran prestigio en su ámbito. Lleva una vida bastante rutinaria y recta, donde todo está planeado y nada puede salir mal; hasta que un día la visita de un nuevo cliente hará que todos sus planes e ide...