-¿Roberto?
Estaba de pie en la puerta de la casa de Paula. Podía sentir como mi corazón se aceleraba con tan solo hacer contacto visual con ella; de cierta forma encontraba mi hogar en aquella mujer, a veces pensaba que dios existía y su castigo hacia mi persona, hacia mis años de negación de su existencia, era aquella pequeña mujer de tez blanca,cabello castaño y grandes ojos negros; un amor no correspondido podía ser el séptimo de los infiernos.
Me encamine hacia ella y me arrodille con la cabeza gacha.
-Ya no puedo mas, Paula, no me da el cuerpo-levante la mirada hacia ella, me daba la sensación que metafóricamente toda mi vida estuve en aquella posición hacia su existencia, aceptarlo calmaba las voces, pero solo un poco.-Ya no me da el corazón, el alma.
-¿De que hablas?
-De esto.
-Parate, por favor, esto no esta bien-extendio su mano hacia mi, y la tome. Ambos nos quedamos asi en silencio, tomados de la mano sin si quiera quitarnos la mirada el uno del otro.-Perdoname.
-No puedo, y eso me esta matando hace años.
Susurre y pude sentir como la gargata se me hacia un nudo. Su mano se reposo en mi mejilla, y cerre los ojos.
-No importa. Todo fue mi culpa.
Abri los ojos y negue lentamente.
-Te amo tanto, Paula. Y ese es el mayor problema de todos, jamas supe lidear con el amor.
Creo que siempre fui un tipo que supo tranquilizarse y callar la ira interior que lo dominaba desde el momento cero de su vida. Pero cuando Paula se dibujaba frente a mi, todo rastro de paz se esfumaba, y yo solo quería recostarme a dormir entre sus piernas, derretirme en ella e invitarla a bailar dentro de cuatro paredes, mientras el mundo dormía. Siempre fuimos buenos, cuando se trataba de estar desnudos en una cama, pero a la hora de sentarnos a tomar un café agarrados de la mano, yo dudaba de si realmente quería estar ahí o en otro lado. Por ello mismo siempre dude si mi sentimientos hacia ella era amor o dependencia; no era un amor sano, de esos lindos que hablan los poetas, sino que este era un amor toxico, y yo después de tantos años peleando contra ello, estaba nuevamente rendido a sus pies, porque jamás me di la oportunidad de buscar otro amor, nunca me regale una tregua, y eso me estaba pasando factura; de cierta forma, Paula se había convertido en mi hogar, y yo siempre regresaba a ella.
Aquella noche me quede dormido en su pequeña casa. Cuando desperté eran las ocho de la mañana, estábamos desnudos, sin siquiera estar tapados por una sabana. Ella se había quedado dormida encima mio, y yo dentro de ella. Estábamos abrazados, cansados.
Una pequeña cuota de sol entro colandose por la ventana, regalando un aviso de que el día había comenzado...pero sin nosotros.
Dezlice mis dedos por su espalda, suavemente, sintiendo su piel bajo mis dedos como si se tratara de terciopelo.
-Roberto, me haces cosquillas-se quejo con voz peresoza, y yo comence a reir-Ay te voy a matar.
-Con los arañazos que me hiciste en la espalda ¿no te bastaron como castigo?
Paula levanto la mirada y enarco una ceja, desafiante.
-¿Perdón?
-Te perdono.
-JA.
Sonreí un poco, y la observe moverse para luego recostarse a mi lado. Ninguno dijo nada, nos quedamos mirando hacia el techo en silencio, en un silencio que como de costumbre: gritaba.
Mi temor de preguntarle por Camila me recorría el cuerpo entero. Pero no pude evitarlo, y de mi boca se deslizo la pregunta.
-¿Como era ella?
Silencio. Largo silencio.
-Era hermosa. Tenia tus mismos ojos, y tu mismo caracter; era rebelde, revolucionaria, soñaba con poder ayudar de cierta forma algún día a este mundo. Era una chica llena de vida, pero demasiado para este mundo, parece.
Como me hubiera gustado conocerla, pensé. Como me hubiera gustado invitarla a tomar un café, y después llevarla a comprar libros de filosofia, política e historia, así alimentar o aumentar ese hambre de rebeldía. Como me hubiera gustado ser padre, porque en realidad no lo fui, solo aporte a la concepción, fui progenitor, pero no padre.
《Todo es culpa de ella》
《Se perdió todo》
《Si no fuera por ella, jamás la hubieran asesinado》
《Roberto》
《Roberto, agarra la almohada》
Me senté de repente en la cama y comencé a respirar agitado por las palabras dichas por la ultima voz.
-¿Estas bien?-pregunto alarmada Paula, acariciando mi mejilla-¿Roberto?
《Ahora. Matala》
Me puse de pie y comencé a vestirme desesperadamente, como si el fin del mundo se acercara, pero solamente dentro de aquella casa.
-¡Roberto! ¿que pasa?-grito Paula, y se lanzo prácticamente a mis brazos.-Decime que pasa.
-¡Soltame te dije!-la empuje desesperado y esta cayó a un lado de la cama. Desde ahí me miro confundida.-No me llames nunca mas. Hacete el favor.
Termine de vestirme, agarre las llaves de mi auto y corrí prácticamente de ahí adentro. Cuando cerré la puerta detrás de mi, podía oir el llanto de Paula, y también pude escuchar las voces murmurando en mi cabeza.
Esta vez hui nuevamente, pero no por mi, sino por ella. Tal vez algún día me lo iba a agradecer.

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VOCES DEL SILENCIO.
ParanormalRoberto es un abogado penalista de 40 años con un gran prestigio en su ámbito. Lleva una vida bastante rutinaria y recta, donde todo está planeado y nada puede salir mal; hasta que un día la visita de un nuevo cliente hará que todos sus planes e ide...