Yo te cuido (Reddie).

Capítulo 16.

Un mes después.

Los perdedores se reunirían en la habitación de Eddie Kaspbrak en el hospital memorial de Derry, Maine. Planeaban celebrar que el anteriormente mencionado pronto abandonaría el hospital.

Eddie por su parte, se encontraba bastante ansioso. Tenía muchos deseos de abandonar el hospital, y unas ganas casi incontrolables de salir a correr. Porque si, el asma de Eddie Kaspbrak era ahora casi inexistente. Se lo debía en parte a Teresa, la enfermera, pero más que nada a Richie, su novio.

Vaya...aún era extraño de decir. El pequeño dibujó una sonrisa boba en el rostro. De verdad estaba comenzando a ser feliz, como no lo había sido en mucho tiempo, él...

—Está bien que pienses en mi querido spaguetti, pero si sigues babeando así me vas a gastar— Richie entró a la habitación de improviso, con una bolsa colgando en su mano izquierda.

Eddie se sonrojó violentamente y volteó hacia la ventana.

—¿Q-Quién...quién a dicho que pensaba en ti?— preguntó con la mejillas teñidas de carmín, el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Richie se acercó hasta quedar a centímetros del rostro de su chico, y puso una sonrisa burlona.

—Oh Eds, ¿en quién más pensarías si no?— amplió su sonrisa y ladeó la cabeza ligeramente—. ¿Es que acaso te ves con otros?

Kaspbrak abrió los ojos como platos y lo miró, conectando directamente sus ojos. Sus rostros estaban solo a centímetros, sus respiraciones mezcladas.

—¡I-Idiota!— exclamó.

Richie solo sonrió más, si es que eso era posible.

—Claro, pero soy tu idiota.

Antes de que Eddie pudiera pensar si quiera en una contestación, Richie lo besó. Fue un beso dulce y calmo, como esos que les gustaban a ambos.

—¡O-oye R-Richie ol-olvidaste tu...— Bill entró en la habitación. El único rastro que conservaba de la paliza de Belch era un simpático parche en la nariz.

Eddie y Richie se separaron al instante. Podía parecer ridículo, pero su relación seguía siendo una especie de secreto a voces. Sólo lo sabía Beverly.

Bill los miró atónito, sin moverse, casi como si lo estuviera procesando. Y luego abrió enormemente los ojos y la boca.

—¡S-Santa v-virgen de la p-papaya!— exclamó—. ¿Chicos u-u-ustedes...?

Eddie asintió y Richie soltó una risita nerviosa agitando las manos tieso.

—Sorpresa...

.....

Stan arreglaba un par de cosas en el ático de su padre cuando el teléfono de la casa comenzó a sonar.

—¡Yo voy!— exclamó subiendo con rapidez las escaleras.

Su madre había ido de compras y sabía muy bien cuanto le molestaba a su padre responder llamadas.

—¿Diga?— alzó el teléfono—. ¡Bill!, ¿que tal?

Una sonrisa se dibujó automáticamente en sus labios.

—Espera Bill, no hables tan rápido que no entiendo. ¿Ah?, ¡¿Richie y Eddie?!— Stan miró a su alrededor para asegurarse de que su padre no estuviera escuchando cerca de allí y suspiró—. ¿Son novios?