·Capítulo 37 : Madrugada·

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<Anastasia>

Mango .. mango .. mango .. necesito comer mango .. 

Abro los ojos y me veo recostada al lado de Christian, ni siquiera recuerdo haber llegado a la cama. Lo último que tengo presente es de mi berrinche de niña sobre el pecho de mi marido. No soporte la presión que me generó las palabras de mi suegra y explote en llanto. 

Creo que este embarazo me esta volviendo una persona muy vulnerable a todo. Cosa que antes no pasaría ni de casualidad que llorase. Dejo un suave beso sobre su frente para salir pero le desprende olor a algún licor. 

Vaya .. yo también necesito uno con tantas emociones fuertes pero si estoy en cinta dudo que pueda tomar algo de lo que traga. Tal vez le pida un permiso al doctor Myers para hacer ejercicios físicos a partir del quinto o sexto mes, necesito sacar exceso de energías. 

Estar todo el tiempo en casa me hace mal, es casi como un exilio del mundo allí afuera. 

Llego a la cocina por buscar algo de esa fruta, aunque sea en un yogur o bebida. Pero para mi mala suerte sólo encuentro nata batida, frutillas y kiwi. Nada de lo que yo quiero comer, me conformaré con comer frutillas, por ahí con la nata quede bien. 

Saco los recipientes y me siento en la barra, tengo mucha hambre. Con cuidado subo a las butacas de la barra, todo esta en un tranquilo silencio. No hay una mosca volando, y claro que no, si Fausto limpia mucho, hasta Christian es exigente con eso de la limpieza hace ver una casa saludable. 

Concuerdo, porque construyo casas para la gente y por mas que se los construya detalladamente a la medida de ellos, te terminan exigiendo la limpieza de la misma. Creo que es como la frutilla del postre, lo que no puede faltar. 

Ahora que ataco mi quinta frutilla untado sobre nata batida, hago retroceso mental en el tiempo de ayer, porque ya es de madrugada, otro día comenzó mientras nuestro sueños volaban dentro de nuestras mentes. 

Grace se fue amenazando con quitarme a mi retoño a lo que llega Christian rato después de que se fuera su madre. Corrí hacia él llorando a  lo que me pidió explicaciones pero después de eso quise descansar un rato los ojos y no recuerdo mas. 

-¿Comiendo a estas horas? es raro en ti - Fausto al otro lado de la cocina me pega el susto de muerte. 

-¡¡FAUSTO!! - levanto la voz todo lo que pueda, hay un silencio sepulcral que no me gustaría romper - casi me matas del susto, maldición .. - apoyo una mano en mi pecho sintiendo los latidos saltar para todos lados. 

-¡Lo siento! es que me asuste mas al verte en esa pose de madre hambrienta de comida - eso me hace reír un poco. 

-Es que te habrás dado cuenta que me dormí horas sin comer - contesto y sigo atacando estas frutillas, están tan buenas que no recordaba que me gustasen. 

-¿Estas bien? digo porque en ti exigir comer es como de otro mundo, no se ve todos los días - se burla de mi nuevo apetito llamado "hijo" y afilo la mirada en desacuerdo. 

-¿No te pone contento que coma mas seguido? - Fausto se acerca al refrigerador para tomar leche. Se sirve un poco y toma asiento a mi lado. 

-¡Me pondría mas contento si todo eso viene acompañado en respetar los horarios de comida, vitaminas prenatales y tu sonrisa! .. pero veo que eso esta lejos con los problemas que tienes - quería seguir comiendo pero dejo la frutilla que acabo de tomar con mis dedos manchados. 

Recordar todos los problemas me hace sacar el apetito. 

-¡Solucionaré todo!, ¿ok? - me pongo de malas por su frase. 

·Forbidden Love· -3ra Parte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora