Capítulo doce.

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Otro viernes más, los días pasaban volando y ya no quiso volver a hablarle. Justin insistió e insistió con mensajes, llamadas e intentos de pararla en el instituto. Fue algo fallido, ella estaba decidida a alejarse de él y evitar problemas con la familia Bieber. Su madre le levantó el supuesto castigo que no estuvo dispuesta a cumplir, por fin, después de años de soportar el régimen que le estaban dando en su casa, se reveló. Ella haría lo que se le diera la gana y si eso implicaba saltar los metros desde su balcón con el exterior, estaba segura que lo hará.

Hoy le tocaba ir a la casa de Courtney nuevamente, los finales se acercaban y estudiar en grupo es algo típico de ellas. Aparte pasarían una noche viendo películas y contándose los chismes; las clases se volvían exhaustas y por lo menos saldrían juntas una vez a la semana. Doris y las madres de las chicas estaban de acuerdo con ello.

Luego de clases irían por separado y se juntarían más tarde.

—Abby —la castaña rodó los ojos al escuchar su voz—, por favor déjame intentar arreglarlo —se soltó del suave agarre, el ojimiel nunca intentaría hacerle daño—. No debes creerle a mi hermana, está loca y quiero contarte ahora lo que pasa.

— ¿Entiendes cuantas consecuencias tendré yo por las estupideces de tu hermana? —Elevó la voz—. Si está loca, yo no me quiero meter. No tengo que escuchar nada, entiéndelo de una vez. Fue mi decisión alejarme.

Se rindió por un momento, necesitaba otro plan para hablar con su muñeca. Poder ver esa sonrisa que le sacó en Santa Mónica y el día que se encontraron en el centro comercial. Las chicas salieron por separado de la escuela, lo que le daba una posibilidad de hablar con una de sus amigas; deseaba que fuera Courtney porque ya trató con ella anteriormente y le pareció la más comprensible.

Y así lo hizo. Una cabeza rubia se asomó en la entrada, su hermana se demoraba en aparecer lo que le dio un poco de tiempo. Le preguntó a Court cómo podía lograr su objetivo y le dio la solución esta tarde. Le contestó que fuera a la casa de Axel y que convencería al grupo dejarlos solos.

Las horas fueron eternas para el chico. Se sentía desesperado por solucionar el revoltijo de cosas en su cabeza; no era solo su pequeña, su familia se enojaba por sus salidas y por no decirles la verdad sobre sus constantes visitas a un lugar sin nombre. Su madre era la única que trataba de comprenderlo pero se encerraba en su mundo, intentando lidiar con los tormentos. Volvía a extrañar la universidad, siempre.

La nostalgia lo consumía al encerrarse en su habitación, pensaba en las posibilidades ¿qué hubiese estado haciendo ahora? ¿Estudiando o esperando la hora para salir a las fiestas de la facultad? En este tiempo deberían ser los finales y saber si pasaba alguna clase o debía tener extras para pasarlas.

Se comió una manzana antes de salir. Axel amable se mostró al saber que visitaría su casa de nuevo, aunque el propósito era otro. Le contaría pronto a su amigo, si todo salía bien ese día, probablemente después.

Una vez en el lugar, la vio entrar. Quedó hipnotizado, llevaba su maquillaje ligero y se reía de algo que dijo alguna de las chicas. Sonrió inconsciente del acto, necesitaba saber si tenía posibilidades, si ella lo esperaría si le confesara su atracción, si no estaría celosa por su falso matrimonio. Estaba dispuesto a hablar sus secretos si le perdonaba.

Court miraba nerviosa a la dirección opuesta a su casa. Ubicó la cabellera del castaño y le dio asentimiento sin que sus amigas se dieran cuenta de ello. Abby le agradecería el favor más tarde. La rubia tenía fe en lo que él hacía; interesado y dedicado, se la estaba jugando por su amiga y estaba segura que no le rompería el corazón.

Sentimientos de una muñeca © j.b.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora