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"El juego ha comenzado" .

El sábado, una vez que dejó la casa de Eleni, Viktor más tranquilo y con mucha más confianza de hace unos días llevó a Yuuri a la estación de tren, lo único que se llevaba de aquella casa era su suéter, aquel que le había regalado porque ya no le quedaba.

Las manos de Yuuri iban juntas sobre sus piernas, no había un sonrojo como cuando estaba el profesor de matemáticas junto a él, sin embargo el ambiente entre ellos se podía apreciar un poco diferente.

Yuuri ya no le miraba con dureza, ni mucho menos con una voz seca, era una persona completamente nueva, al menos con Viktor.

Cuando llegaron a la estación de tren Yuuri dio las gracias y salió del auto, antes que pudiera cerrar la puerta Viktor le llamó con gran frenesí en su voz.

—Prométeme que no dirás nada —dijo el platinado con preocupación en su rostro.

Por un momento Yuuri se quedó mirando al ruso con duda y desconfianza, por un segundo creyó que lo decía por él.

Viktor notó aquel cambio tan brusco en las facciones de su compañero, así que su mente comenzó a trabajar a una velocidad que no pensó tratando de buscar una excusa creíble para darle a Yuuri.

—No te preocupes, no pienses que lo hago por ti, lo que pasa es que no quiero que, si las personas se llegaran a enterar molestarán a mi madre, las personas son capaces de hacer cualquier cosa por el mero gusto de lastimar a los demás.

El japonés por unos momentos se quedó pensando sobre aquello convenciéndose que las personas eran así de crueles, Eleni no se merecía los malos tratos, ella era una mujer que había sufrido, era suficiente de tanto dolor.

—No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.

—Muchas gracias Yuuri—. El ruso sonrió y le guiñó un ojo a Yuuri.

—Nos vemos después, gracias por todo lo que hiciste por mí—. Con un leve sonrojo cerró la puerta del auto dirigiéndose a la estación de tren dejando a un Viktor Nikiforov sonriente y sintiéndose superior.

—Hay Yuuri, si no fuera porque me humillaste de aquella manera, serías una buena conquista, sólo tal vez te tomaría enserio —dijo para sí mientras miraba cómo se alejaba el japonés lentamente.

—¿Entones te gusta o no? —Preguntó Diana mientras besaba el cuello del platinado, su voz era melosa y dulce, claro que ella sabía sobre la apuesta, ella estuvo presente ese día

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—¿Entones te gusta o no? —Preguntó Diana mientras besaba el cuello del platinado, su voz era melosa y dulce, claro que ella sabía sobre la apuesta, ella estuvo presente ese día.

—Es interesante, nada más —contestó sin importancia.

Ese día era lunes, como siempre era una costumbre de ellos ir a la azotea de algún edificio de la preparatoria para hablar y pasar un rato, Chris, Jean, Diana y él, todos estaban atentos a las palabras del ruso.

Mi vecino de enfrente. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora