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"¿Qué era lo que querías demostrar?"

Las clases comenzaron y con ellas también los estudiantes animados e impacientes de contar sobre sus vacaciones. Yuuri pasaba entre las calles con su bicicleta, sonriente y con el mp3 sonando, llevaba unos pequeños audífonos y tarareaba mientras llegaba a la escuela.

Su sonrisa delataba su entusiasmo, sus ojos buscaban inconscientemente a una persona sin lograrlo, sus pensamientos todavía se encontraban en los días de sus vacaciones, sin duda alguna los mejores que había pasado. 

Al llegar a la entrada principal, bajó de su hermosa bici y caminó dentro de la escuela, la aseguró y del asiento trasero tomó su mochila para subir a su salón de clases. Al hacerlo, escuchaba a los alumnos conversar alegremente de sus vacaciones.

Escuchó que algunos habían salido del país, otros se habían quedado en casa pero siempre haciendo fiestas y otros visitaron varias partes de Japón. Subió las escaleras sin sentirse menospreciado, ya que a pesar de no haber salido del país, o siquiera viajar por todo Japón, tuvo sus mejores vacaciones de su vida.

Al entrar a su correspondiente salón de clases, se encontró con un ruso rodeado de varias personas, sonriendo y hablando animadamente. Yuuri solo pudo sonreír en decepción y caminó hacia su asiento correspondiente. Acomodó su mochila y se sentó, comenzó a sacar su lápiz sin prestar atención a la conversación que se presentaba frente a él, cuando alguien le dio unos suaves golpecitos sobre su frente. Por inercia y costumbre alzó la mirada disgustado encontrándose a Viktor sonriéndole amablemente.

Al verlo de esa manera se sonrojó y se quitó los audífonos que llevaba para prestarle atención, lo miró con curiosidad y su compañero le sonrió ladeando un poco más su cabeza a la izquierda.

—Buenos días, Yuuri —dijo —¿por qué no me hiciste caso cuando llegaste? 

Todas las personas a su alrededor miraron con sorpresa al ruso, más este no pareció importarle ya que le sonreía a Yuuri ignorando todos los murmullos que comenzaban a surgir. No solo de las personas que estaban a su alrededor, también del resto de la clase.

—Buenos días, Viktor —contestó aliviado —lo siento, es que no pensé que…

Antes de continuar, Viktor había sacado de su mochila una pequeña cajita azul poniéndola sobre el pupitre del menor.

—Es para ti. Son dulces que compré, pensé que te gustarían.

Viktor se acomodó ignorando a los estudiantes que tenía alrededor de él, solo para prestarle toda su atención a su compañero. Yuuri por otra parte, estaba más que avergonzado. Ambas manos del ruso se posaron sobre el borde de la silla y apoyó su barbilla sobre ellas. Siempre mirando a Yuuri.

—Muchas gracias —contestó tomando la cajita azul y la abrió, encontrándose pequeños dulces de mantequilla, café y algunos pequeños chocolates, una delicia —¿por qué me das esto?

—¿No te gustó? —preguntó un poco decepcionado.

—No es eso, es que es extraño que me hables con tastas personas alrededor —tomando un pequeño caramelo le quitó la envoltura y se lo llevó a la boca. Inmediatamente sonrió en satisfacción, amaba los dulces.

Viktor, al ver aquella expresión sonrió en satisfacción.

—Te lo dije ¿no es cierto? No volvería a ignorarte.

Antes que Yuuri se diera cuenta o siquiera percatarse de lo que iba a ocurrir, el ruso tomó sus manos y las llevó a sus labios, posando un suave beso sobre sus nudillos. El japonés se sorprendió e inmediatamente las retiró con las mejillas completamente rojas. No es que no le agradara, el problema era que habían demasiadas personas a su alrededor que solo estaban expectantes sobre las acciones de los dos.

Mi vecino de enfrente. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora