No pienses en eso

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Natsuko se levanto aquella mañana, a las 6:15 am era muy temprano considerando que sus clases iniciaban hasta las 8:00, pero su casa quedaba tan lejos de su escuela que aún despertándose a esas horas llegaba derrapando a la escuela, no quería despertarse pero ese seria su último día de clases antes de poder salir de vacaciones y esto provocaba una sensación agridulce en su infantil cuerpo.

Ya no se pararía temprano, podría pasar el día dibujando, leyendo, jugando con sus muñecos, o yendo de visita a la Port-Mafia, y es que si, Akutagawa no confiaba en extraños para cuidar a su hija, prefería llevarla a la mafia y que se pusiera a jugar ahí donde el pudiera vigilarla y estuviera en un lugar que el consideraba un entorno seguro para su hija considerando que solo había una organización lo suficientemente loca para atacar la sede de la mafia y esa era la agencia y por obvias razones estos jamás lastimaran a una niña, además a ella no le molestaba en lo absoluto, es mas lo disfrutaba, ya que la fachada de aquella tétrica organización era al parecer de su mirada infantil un castillo, el cual podía recorrer de arriba a bajo sin restricción como una princesa. Sabia que era lo que pasada en aquella organización, pero no le importaba, es mas llegaba a parecerle bien, mientras esa persona fuera un traidor de la Port-mafia, ya que esa organización y las personas que se encontraban ahí eran su familia y quien se atreviera a lastimar a su familia, no merecía ni clemencia, ni perdón.

Pero también había algo amargo en salir de vacaciones y eso tenia nombre y apellido, Yuri Jo. Su mejor amiga de también 4 años, se conocían desde hace 1 año cuando ambas entraron al preescolar pero parecían haber nacido juntas, ya que ambas compartían gustos similares, los muñecos de peluche, los libros y dibujar, por esas y muchas razones mas eran amigas siempre dispuestas a cuidar una de la otra y siempre mantenerse juntas. Ahí es donde radicaban todos sus males, ya que los padres de Yuri cada verano iba de vacaciones a Seúl a visitar a los familiares de su padre Juno, así que durante todas las vacaciones no vería a su mejor amiga.
Mientras esas ideas rodeaban su mente infantil Natsuko se preparabs para ir a la escuela, se estaba abrochado los botones de la camisa de la escuela frente al espejo, cuando sus ojos se detuvieron en la cicatriz de su operación más reciente de hace un año y medio, la cual se encontraba en la parte baja de su cuello. Al parecer había sufrido un paro respiratorio del cual los doctores no estaban muy seguros del porque pero Akutagawa estaba conforme con que su hija pudiera respirar para estar un poco mas con ella y es que los doctores no eran muy optimistas sobre los años en los que Natsuko Akutagawa se quedaría en este mundo, ella era consciente de eso, a veces los doctores hablaban sobre eso mientras creían que ella estada dormida.

¿Cuándo voy a morir?.

Fue lo que pensó al ver la cicatriz en su cuerpo y otras que se encontraban también en su pecho por otras operaciones

¿Qué pasara cuando muera?.
¿Podría morir mañana?.
¿Qué le pasara papá?.

Todas esas preguntas rondaban por su mente, ella sentía un miedo en todo su ser al despertar cada día, sabia que no le quedaba mucho tiempo en el mundo, pero cuando seria el día en que sus ojos no podrían volver abrirse, el día en que su padre tendría que enterrarla, el día en que sus seres queridos llorarán por ella. Lo que menos quería era dejar a su padre solo, ya que de muchas personas había escuchado cosas de que su padre no era como ella lo conocía, a veces usaban adjetivos no muy buenos como violento, desalmado y sádico pero había unos que su Tía Gin uso con cuando lo describió, triste y solitario, pero estos eran antes de que Natsuko llegara a su vida.

¿Qué pasara si muero?, no quiero que papá este solo o triste, yo quiero que sea feliz y sonría mucho, como cuando esta conmigo.

Una familia especial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora