7. Contacto

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Shikamaru

—Hoy es tu día de suerte...

Su voz es profunda y dominante. Así debe sonar el cancerbero cuando se llega al infierno. Necesito un cigarrillo así que saco mi viejo encendedor metálico y prendo uno que había estado guardando en mi bolsillo superior.

—¿Por qué?

—Porque necesito mandar unas cajas al exterior y tú vas a ayudarme.

Lo miro a los ojos por entre el humo del cigarro, hago una mueca burlona con la boca y levanto un poco mi ceja derecha.

—Necesito saber en qué me estoy metiendo...

Se limita a observarme, no quiero estar en una lucha de voluntades porque realmente quiero esto, es lo que he esperado, estar adentro para encontrar la verdad, pero tampoco puedo parecer ansioso o sospechará de mí.

Este silencio me encrespa la piel y ese tipo sigue sin mover su mirada.

Luego de otra bocanada de humo vuelvo a mirarlo a los ojos, ya entiendo el escalofrío que me recorría, es porque este cabrón no tiene alma ni escrúpulos. Luego de un par de minutos desvío la mirada.

—¿Qué gano con esto?

—Un dinero largo y conservas tu miserable vida. Mi nombre es Kakuzu y ahora trabajas para mí.

Se levanta y se aleja. Comienzo a jugar con mi encendedor mientras centro mis pensamientos. Chupo hasta el último centímetro de este cigarro, quedar a la expectativa de cuando seré contactado es peor aún que esperar. Lo importante aquí es que ya sucedió y que mi plan funcionó. Me trago lo que me quedaba de licor en el vaso, baja la bebida caliente por mi garganta, me siento como un miserable idiota por ponerme a mí mismo en esta situación tan peligrosa, que fastidio, soy sólo un hombre de negocios no un maldito héroe de película pero ya no voy a dar vuelta atrás. Imagino los horrores que le hizo este tipo al viejo Asuma, siento que se devuelve el licor barato por mi garganta, tengo ganas de vomitar.

El trabajo de Temari terminó.

Temari

Recibí un mensaje suyo en la mañana, quería que nos viéramos. Me citó en un motelucho que está a las afueras de la ciudad, es apenas una casa grande de dos pisos alejada de la carretera con muchas habitaciones que dan hacia la calle y ventanas pequeñas. Es perfecto. Le digo al taxista que me deje a un par de calles y camino. Hoy está haciendo mucho calor así que me bastaba con ponerme una pantaloneta de jean, camiseta, tennis y gorra para taparme lo que más pueda.

Me manda otro mensaje: Habitación 212

Golpeo y sale su voz de adentro.

—Está abierto.

Es una habitación pequeña con una cama doble y dos mesas de noche, hay sólo una lámpara que está encendida, atrás se mira el baño, todo es muy sencillo, apenas lo que se requiere para una habitación de este tipo.

Me espera sentado en la cama, queda de medio lado de la misma y de frente a la puerta. Está vestido muy parecido a la otra vez con una camiseta sencilla blanca, encima una camisa de manga corta de color verde, un pantalón de dril, su mano izquierda está apoyada en su pierna y con la derecha está jugando con un encendedor metálico con tapa. Lo abre, prende, apaga y cierra... una y otra vez. No levanta la mirada de este extraño juego.

—Ya terminó tu trabajo acá. No sucede nada raro en esta empresa así que volverás a la capital. Te quedarás hasta el viernes y el sábado te irás. Llamaré para dar instrucciones de que te pongan en un muy buen puesto en la empresa y bien remunerada.

JEFE ENCUBIERTO ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora