23. El cirujano del infierno

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Shikamaru

2pm

Estamos afuera de la entrada del antiguo hospital. Adelante Kakuzu con el tipo que está haciendo de guardia. Atrás estoy yo y en la puerta recostado perezosamente esperando Hidan.

Exactamente a las dos de la tarde llegan dos vehículos, una camioneta 4x4 doble cabina platón y un carro sedan, ambos negros y con los vidrios ligeramente polarizados. De la camioneta se bajan cuatro hombres y del otro tres contando al conductor, todos llevan trajes a la medida de color negro con camisa blanca y corbata roja.

Los tres del sedan se acercan hasta quedar de frente a Kakuzo, se detienen a unos escasos pasos en forma casi retadora. El que más destaca es el hombre de la mitad, alto, de cabello rojizo despeinado, ojos cafés, tez blanca, ligeramente fornido, se ve bastante confiado, amenazador y hasta podría describirlo como elegante. En la solapa del traje tiene un prendedor pequeño en forma de nube roja. Los otros dos que lo siguen de cerca se nota que son hermanos, tienen el cabello gris azulado liso y tan largo que les cubre un ojo, su piel es más que blanca, más que pálida, casi como un papel pero sus labios son oscuros.

—Cómo siempre tan cumplido Sasori con sus fieles perros Sakon y Ukon.

—Tu sabes que no me gusta que me hagan esperar, ni hacer esperar a la gente.

Su mirada recorre primero a Hidan y luego se detiene en mí, frunce el ceño.

—Entre más rápido iniciemos... será mejor. Como hablamos esta vez no debe quedar ningún cabo suelto.

—¡Y no lo dejaremos!

Siento un golpe en mi cabeza y me recibe la total oscuridad.

Siento un golpe en mi cabeza y me recibe la total oscuridad

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Escucho voces a mi alrededor, lentamente voy abriendo los ojos, estoy en una habitación amplia y blanca, trato de moverme, los hombres que venían con el pelirrojo me están sosteniendo desde mis hombros en una camilla. Observo muchos aparatos en este cuarto, a mis pies una mesa metálica con instrumentos plateados, arriba unas lámparas grandes, a la derecha unos ventanales amplios con vidrio esmerilado, a la izquierda la puerta, esto es claramente un quirófano.

¡Mierda!

—Soy uno de los hombres de Kakuzu, ¡Suéltenme!

Los tipos sólo se ríen, es un fastidio, esto no pinta nada bien.

Sasori entra y se ubica atrás mío, comienza a manipular un equipo, tiene un traje completo de cirugía azul claro, tu rostro debajo de un tapabocas y su cabello cubierto con un gorro de tela.

—¡Les digo que me suelten! ¡No saben quién soy yo!

—Se equivoca señor Nara, sé perfectamente quien es —abro los ojos como platos, dejo de luchar, he quedado estupefacto ante esa declaración— Una barba y bigote al estilo Tony Stark quizá pudieron engañar a Kakuzu porque sólo lo conoce por revistas, pero para alguien que lo ha visto personalmente, que lo ha estudiado, es un disfraz muy estúpido. En nuestra organización mantenemos los ojos puestos en personas de interés, usted y su familia con la riqueza que tienen definitivamente han llamado nuestra atención.

Toma una manguera de ese equipo, en la punta hay una mascarilla y la va acercando a mí. Tengo que mantenerlo hablando para hacer algo de tiempo mientras pienso que hacer.

—¿Por qué no le dijo a Kakuzu quién soy?

Encoje los hombros tranquilamente.

—Kakuzu es un avaricioso, si le hubiera dicho quién es, probablemente quisiera secuestrarlo para sacar una gruesa suma de dinero, pero yo en cambio pienso que es un peligro dejarlo vivo y que su familia, con la motivación suficiente, igual dará una buena suma por al menos recuperarlo parte por parte.

Tragué grueso, el sigue acercando esa mascarilla, aun cuando me la ponga no debo respirar.

—¿Qué es eso?

—¿Alguna vez ha escuchado que la anestesia es el arte de los dioses? Pues yo soy dios y cuando llegue al número uno entrará a un sitio gris entre la vida y la muerte.

Traté de negarme y retorcerme más, pero los brazos fuertes de estos esbirros del mal me tienen bien sujetado. El pelirrojo colocó la mascarilla en mi rostro e inició el conteo.

—Cinco... Cuatro...—empiezo a sentir una pesadez extraña— Tressss... —su voz se va alejando— D...

Abro de nuevo los ojos por unos disparos que suenan afuera y Sasori retira la mascarilla. Veo que los dos hombres que me sujetan están fijos en la entrada y aflojan el agarre, eso me da pie para revolverme y bajarme de la camilla. Caigo mal de ella pero al menos ya no me sujetan. Ellos me miran pero alcanzo a escuchar que Sasori les da órdenes de que salgan.

Siento mi cuerpo tambaleante, todos los sonidos parecen tener eco en mi cabeza y mi vista tampoco está del todo bien, hago lo que puedo para ir hacia los ventanales, en el camino tumbo la mesa de instrumentos.

Afuera oigo más disparos acompañados de gritos.

Volteo a ver a Sasori, este coge unos bisturís de una mesa que tiene junto, recojo del suelo una bandeja para que me sirva de escudo. Sasori me apunta y lo lanza, subo la bandeja para cubrir mis partes vitales, pero el pelirrojo nunca quiso asesinarme, sólo quiere inmovilizarme, por eso apuntó a mi pierna y obviamente me dio. Siento el punzón agudo de la cuchilla que entró profundamente, yo diría que hasta el hueso. Caigo de rodillas, pero la adrenalina y ganas de vivir puede más en este momento, me arranco el bisturí, de nuevo me levanto apoyado en un estante con más equipos médicos y tomo uno de ellos, no sé qué es, pero tiene forma de un ladrillo grande, estoy dispuesto a tirarlo.

El cirujano del infierno tiene otros dos bisturís en la mano, doy otro paso más retrocediendo hacia los ventanales.

—Señor Nara, los dos somos estrategas, usted sólo saldrá vivo de aquí siendo mi rehén.

—Si reconoce que soy un estratega ¿Cómo sabe que no hay unos francotiradores apuntándole en este momento?

Continúo caminando hacia atrás sin perder de vista al pelirrojo con el aparato arriba de mis hombros.

—Y si es así... cuénteme, ¿Qué les impide dispararme ya?

—Los vidrios esmerilados.

Me volteo y lanzo ese equipo por la ventana rompiéndola, caigo al suelo por el esfuerzo y en cuestión de segundos veo caer a Sasori al suelo gritando del dolor.

Trato de recomponer mi respiración y mi fuerza, debo obligar a mi cuerpo a ponerse de pie. Agarro el bisturí con el que me hirió. Sin importar la guerra que se esté librando afuera de este quirófano mi prioridad es Temari.

JEFE ENCUBIERTO ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora