24 Una película

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Shikamaru

Salgo tambaleante, me tengo de las paredes para seguir avanzando, sacudo mi cabeza tratando de alertar al menos mi vista. Adelante hay unas puertas tipo bar de madera blanca abiertas y al lado izquierdo un muro. En medio de estas tirado yace el cadáver de uno de los guardaespaldas de Sasori, tiene varios tiros en su cuerpo. Pero el otro ha logrado permanecer intacto gracias a esa pared. Pareciera que estoy en una película, sólo que si me matan nadie va a decir corte.

Camino pegado al muro izquierdo a donde los tiros que están tratando de darle a este tipo no me llegarán. Veo como se oculta detrás de esa improvisada muralla, luego se mueve para disparar una o dos veces y de nuevo se esconde, no sé cuántas balas tenga pero parece una batalla de nunca acabar.

El único que puede hacer algo soy yo que estoy a su espalda y no me ha notado. Miro un momento hacia la ventada del quirófano del que salí increíblemente casi ileso, por el hueco que hice se ven las nubes, siempre he envidiado la libertad que tienen, desde mi oficina cuando tengo un problema las admiro para tratar de calmar la tormenta en mi interior, eso mismo hago ahora.

Tomo aire, respiro fuerte unas tres veces y avanzo hacia el hombre que parece un poseso del mal, trato de no alertarlo de ninguna manera, soy consciente de que lo único que necesitan los que disparan desde fuera es una oportunidad para un tiro acertado, tomo el bisturí en forma de arma y apenas lo tengo a dos pasos me lanzo hacia su cuello clavando la improvisada herramienta, el tipo se gira sorprendido y enojado, al verle el rostro sólo tengo que darle un puñetazo con toda la fuerza que tengo, el cae hacia atrás exponiéndolo a los que están afuera que aciertan su cuerpo con facilidad.

—¡Mi nombre es Shikamaru Nara, no disparen! Voy a salir con las manos en alto. ¿Me escucharon?

—Si señor, salga despacio, las manos sobre la cabeza.

Lentamente camino hacia las puertas abiertas. Se acerca un hombre con una máscara que le deja sólo un ojo al descubierto, cabello gris en punta, parece todo menos un policía.

—Señor Nara, que gusto que aun esté entre los vivos. Soy el capitán Kakashi Hatake, ¿Necesita ayuda médica?

—¿Qué está pasando abajo? ¿Los rehenes están a salvo?

—Uchiha y Uzumaki están entretenidos con Kakuzu y sus secuaces, no me han informado nada de rehenes.

—Están en el sótano.

Mientras hablamos algunos hombres van ingresando al quirófano, es obvio que saben que allí se encuentra Sasori malherido.

—Si es así no podemos hacer nada, según los planos del lugar Kakuzu está taponando la única entrada de acceso al piso subterráneo.

Frunzo el ceño, el efecto de la anestesia ha pasado, quizá por la misma adrenalina.

—¿Y Hidan?

—¿El pastor pervertido? No sabemos dónde está, probablemente sea uno de los que están agazapados con el mercenario.

—Lléveme allí por favor.

—Usted no es militar, lo mejor es que se quede al margen de esta batalla campal.

—Uchiha y Uzumaki necesitan toda la ayuda que usted les pueda brindar, dudo que vaya a prescindir de varios hombres para que me retengan teniendo tanto trabajo.

El capitán Hatake lleva una de sus manos detrás de su cuello, parece divertido con la respuesta que le di.

—Ya me habían dicho que usted es un terco —luego su expresión cambia a la seriedad total— Muy bien, pero no haga ninguna locura porque su lindo traserito vale millones y si le pasa algo querrán descontármelos a mÍ.

Asiento.

Bajamos por unas escaleras estrechas, estábamos en el tercer piso del edificio, entre más nos acercamos escuchamos claramente los disparos. Nos quedamos a una distancia prudente agachados, cuando voy a dar más pasos me detiene el brazo firme el peli gris. Desde aquí alcanzo a ver a Uzumaki, cuando era más joven me interesaron las armas así que reconozco de una la que usa, una Steyr TMP, ametralladora automática. Está en una de las esquinas de la estación de enfermería que tiene forma de U, donde tantas veces vi a Kakuzu. Su rostro tiene una sonrisa zorruna, usa un traje militar y tiene pintadas en el rostro tres líneas en cada mejilla, a cada tanto se levanta rápidamente, hace unos tiros y vuelve a agacharse. Estos disparos son respondidos desde el otro lado del sitio, detrás de la base de la U se encuentran Kakuzu y sus hombres.

Lamentablemente a la mitad de la pared izquierda se encuentran las escaleras que dan hacia donde están los rehenes. La buena noticia es que en este cruce de balas ni siquiera los hombres de Kakuzu van a poder acercarse allí para tocarlos.

Busco con la mirada al Uchiha, lo miro en la otra punta de la estación, vestido todo de negro está acostado en el piso en posición de francotirador, en sus manos tiene una Glock 19 con puntero de láser de color rojo, él no desperdicia tiros como Naruto, son un gran equipo debo aceptarlo, mientras el uno hace mucho ruido para que los hombres de atrás se muevan, el otro frio y calculador espera en un sitio silencioso a tener un tiro seguro, prueba de ello es que alcanzo a ver por lo menos tres pares de pies sin vida a ese lado del salón.

—¿Sabe cuántos eran?

Hago un recuento mental rápido.

—Cinco sin contar a Kakuzu y Hidan.

El peligris le hace unas señales a pelirrubio que asienta.

—¡Ríndete Kakuzu! Ya sólo te quedan dos hombres, ¿Cuánto más crees que podrán aguantar? —Grita el rubio.

—¡Al menos hasta haber mandado a varios de ustedes al infierno!

De nuevo Uzumaki se levanta y manda tiros a todas partes del salón, esta vez dispara al techo a unas lámparas y logra acertarlas causando que estallen en varios pedazos encima de los hombres que se encuentran a ese lado, eso hace que se mueva otro hombre de Kakuzu y el Uchiha en otro tiro perfecto se encarga de su alma.

—¡Ya sólo te queda uno, ya no tienes nada que perder! —canturrea como un niño feliz Naruto.

—¡En eso tienen razón!

A pesar de la distancia escuchamos el clic del seguro de una granada siendo quitado, luego vemos al artefacto como en cámara lenta da justo en la pared de la derecha cerca del rubio, este salta en medio de la estación de enfermería para salvarse, el pelinegro se acerca más a la punta del mueble y escuchamos el estruendo de la granada cuando explota. No vi nada, sólo sentí el dolor en todo mi cuerpo por la onda expansiva y en mis oídos quedó un estridente sonido agudo. En medio del humo y de los escombros vemos como Kakuzu sale con otro hombre por el hueco que se hizo. Los dos detectives como resortes salen disparados por allí mismo para darle caza.

Volteo y el capitán Kakashi da órdenes a sus subalternos para que hagan lo mismo y sirvan de refuerzo, por último va él por el mismo agujero.

Me quedo sólo allí queriendo ir por esas escaleras que conducen a donde están los rehenes, pero alguien me gana, Hidan. 

JEFE ENCUBIERTO ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora