Día: Cuarto Creciente

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-L.M: ¡Oye!

Tan temprano, tan ruidoso.

-Yo: ¿Qué?

Contesté aún con mi cara en la almohada y mis ojos cerrados.

-L.M: ¡Yegres!

-Yo: ¡¿Qué?!

-L.M: Levántate.

-Yo: ¿Por qué no me dejas dormir?

Estaba exhausto, mis cuerpo no quería dejar la cama.

-L.M: ¡Oye!

No respondí, él seguía repitiendo mi nombre sin parar.

Era como tener a un niño de dos años en mi casa, era insoportable.

-L.M: Okey, ya que no quieres responder voy a preparar el desayuno.

-Yo: Está... Bien.

L.M se levantó de la cama y se salió del cuarto, al fin podía respirar en paz.

Después de estar unos minutos en la cama, decidí irme a cepillarme los dientes.

Me levanté y dirigí al baño, al entrar al baño agarré el cepillo y empecé a cepillarme.

Después de terminar de cepillar mis dientes , lavé mi cara.

Cuando salí del baño me dirigí hacia el comedor y veo a L.M poniendo dos trozos de tela sobre la mesa.

Yo me siento en la mesa y L.M me sirve el desayuno que era una taza de cereal, me dice.

-L.M: Tenía flojera de cocinar.

-Yo: Se nota.

Empiezo a comer mi taza de cereal, L.M se sienta y nos invadió un silencio mortal seguido de un momento de incomodidad hasta que la otra persona presente decidió romper el silencio que nos invadía.

-L.M: ¿Yegres?

-Yo: Sí.

Respondí desinteresadamente aún con la mirada fija en la pieza de porcelana frente a mi.

-L.M: ¿Te puedo preguntar algo?

-Yo: Si.

-L.M: ¿Sí tú estuvieras enamorado de alguien se lo harías saber?

-Yo: Tal vez.

Después de responder su pregunta él tomó una respiración profunda.

Empezó a ponerse nervioso, veía como se formaban pequeñas gotas de agua en su frente.

-L.M: Tú me gustas.

Esas palabras me agarraron desprevenido, por la sorpresa escupí lo que había en mi boca.

L.M se levantó a buscar algo para limpiar la mesa.

"Se me acaba de declarar",las palabras seguían rebotando en mi cabeza de un lado al otro.

Después de que el regresara podía notar un leve sonrojo en sus mejillas, estaba en un trance, mi mente estaba en blanco, no parpadeaba.

-L.M: ¿Y?

-Yo: ¿¡Hay más!?

Mi corazón se aceleró, latía a una velocidad impresionante.

-L.M: No, solo digo y que piensas.

Me había calmado, seguía pensando en lo que había dicho, todo había pasado en cuestión de segundos.

-L.M: ¿Entonces podrás corresponderme?

Buenas NochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora