Día: Luna Menguante

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Estaba en un estado de trance, mi mente quedó en blanco por un momento, mis pensamientos se volvieron un lío.

Valentín todavía seguía mirándome esperando a una respuesta.

Sentía que la biblioteca estaba muy silenciosa, más de lo normal, solo podía escuchar mi corazón latiendo con fuerza, una ligera capa de sudor frío envolvió mi cuerpo.

A pesar de no ser la primera persona que le confirmo sus dudas todavía tenía este tipo de reacción hacia aquellas personas que me hacían este tipo de preguntas.

-Yo: Sí.

Esa simple palabra había escapado de mi boca, mis manos se empezaron a sentir calientes al igual que debajo de mis axilas. Sentía como una fuerte corriente de aire caliente pasaba por mis alrededores.

-Valentín: Entonces, ¿Ustedes son...?

Él no terminó su pregunta pero ya sabía que quería decir.

-Yo: ¿Gays? ¿Homosexuales? ¿Maricones? Sí, si lo somos.

Después de hablar, todo sentimiento de incomodidad había dejado mi cuerpo y mente. El ambiente caluroso que antes me tenía aprisionado había desaparecido.

-Valentín: Tranquilo, no tengo nada en contra de eso, más bien en mi ciudad de origen es muy normal ver a personas como ustedes.

Las últimas tres palabras habían hecho que un sentimiento de incomodidad floreciera pero hice caso omiso a su ignorancia.

Después de estar unos minutos en silencio el timbre de clases sonó. Mientras agarraba mis cosas la otra persona me seguía mirando fijo. Sin darle importancia salí de la biblioteca a mis clases.

Durante la clase me volví a sentir mal, los malestares volvieron pero ahora eran peor, el dolor de cabeza era insoportable. Sentía como miles de agujas atravesaban mi cabeza.

Poco a poco mis párpados se sentían pesados y mi visión se fue esfumando. El último recuerdo que tengo es de mi cabeza golpeando la mesa frente a mí.

Al despertar, me encontré con un techo grisoso y una fina sábana de color blanco me envolvía.

Todavía tenía puesto el uniforme del instituto, la camisa estaba un poco desacomodada.

Una persona entró en la habitación, pero no podía ver claramente la cara de aquella persona, vestía una bata blanca y unos pantalones de color gris, lo que resaltaba de su silueta borrosa era su corbata roja.

-¿?: Nos volvemos a ver, pensé que no iba a ser tan pronto.

De repente mi vista mejoró, ya no era tan nítida.

-Yo: Oh, es usted.

Aquellas palabras eran dichas sin emoción alguna.

-Dr: Creo que te estás convirtiendo en mi paciente favorito.

Mientras trato de buscar en mis recuerdos una respuesta, le pregunto al doctor.

-Yo: ¿Qué hago aquí?

Se movió a través de la habitación y terminó sentándose cerca mío.

-Dr: Lo mismo que la última vez, tú tumor.

Solo asentí.

-Dr: Al ver tu informe, tú tumor se ha expandido así que por ende tus síntomas van a ser más seguidos y tal vez algunos nuevos aparezcan.

Escuchaba lo que decía el doctor pero al mismo tiempo no, mi cabeza estaba en otra parte.

-Yo: ¿Me podría recetar algo para los síntomas?

El doctor detuvo su mirada en mí, sus ojos mostraban cierta preocupación.

-Dr: Niño, ¿En serio deseas morir?

Esa pregunta dió vueltas a mi cabeza, pensé muy bien antes de responder.

-Yo: Siendo sincero, me da igual, y aunque pasé malos momentos en mi vida no son razón para que quiera morir, si eso es lo que piensa, en pocas palabras, si muero o vivo me da igual.

Lo miro a la cara y en su cara se encuentra un ceño fruncido.

-Dr: ¿Sufres de depresión?

Mis ojos se entornan levemente.

-Yo: No, y que en algún momento la sufrí, vuelvo a repetir, no tiene nada de relación con mi descición.

Mientras estaba en camino hacia mi casa me puse a pensar en lo que había pasado en las últimas horas. De repente mi celular enojada a soñar, contesto sin mirar el número y me acerco al oído la bocina del teléfono.

-Yo: ¿Hola?

-¿?: ¿Donde rayos estás? Te esperé en el instituto por más de 15, llegué a la casa hace 30 minutos y no has llegado.

Una voz enojada resonó en mis oídos, alejé el teléfono de mi oído y leí el nombre en la pantalla.

-Yo: Estoy de camino a casa.

-L.M: Por favor, me puedes decir ¿Dónde estabas y porqué no respondías el teléfono?

"Dr: Ten en cuenta que en cualquier momento vas a morir"

Aquellas palabras atacaron mi cabeza como una granada.

-Yo: L.M, yo..

-L.M: ¿Que pasó?

El tono de su voz cambió de uno enojado a uno preocupado.

Se formó un nudo en mi garganta, las palabras no salían de mi boca, quería contarle.

-Yo: Estaba en el hospital.

-L.M: ¿Qué? ¿Estás bien?

-Yo: Solo es... Algo debido al estrés, no te preocupes.

-L.M: Pero, ¿Ahora estás bien?

-Yo: Sí, tranquilo, ya estoy cerca de casa.

-L.M: Aquí te espero.

Colgué la llamada y guardé el teléfono en el bolsillo de mi pantalón. El viaje en el autobús, a pesar de haber sido unos pocos minutos, sentí que había sido eterno, estaba parado frente a la puerta de la casa.

Al abrir la puerta me encontré con un L.M sentado en el sofá. Al verme se levanta de dónde está y se dirige hacia mí.

-Yo: Hola.

-L.M: Estaba preocupado, ¿Qué te ha pasado exactamente?

-Yo: A mitad de clases me empecé a sentir mal y tenía demasiada presión encima terminé demayándome y me llevaron al hospital.

-L.M: ¿Y el doctor que dijo?

-Yo: Me dijo que era estrés, me dijo que descansara más y que, de vez en cuando, tome un respiro de todo lo que me rodea.

-L.M: ¿Has comido?

-Yo: No tengo hambre, quiero irme a dormir.

L.M asintió levemente.

Me dirigí hacia el cuarto y me acosté en la cama, me quedé mirando el techo por un largo rato. Mi cabeza estaba llena de los recuerdos de hoy.

Me sentía muy agotado, cerré mis ojos y escuché como se abría la puerta, abrí mis ojos levemente y ví la silueta de L.M acostándose de la cama.

Uno de sus brazos me abrazó y me atrajo hacia él, su olor atacó mis fosas nasales, al instante me quedé dormido.

Buenas NochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora