Día: Cuarto Menguante

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La puerta emitió un sonido agudo, se podía ver cómo se abría lentamente revelando la figura de un hombre con un uniforme y un delantal.

Mi corazón empezó a acelerar su pulso y latía sin control alguno, empecé a sudar frío y todo mi cuerpo empezó a temblar.

Mientras que L.M estaba tranquilo, su cara era inexpresiva y no mostrarán ninguna señal de que estaba nervioso.

-Mesero: Con permiso, disfruten su cena.

Dijo mientras dejaba un carrito con la comida que habíamos ordenado. Poco después de dejarla cerca de la mesa, salió de la habitación y cerró la puerta.

No podía dejar de preguntarme si nos había atrapado.

-Yo: ¡Estás loco!

Exclamé con el corazón en la boca, solo pude pronunciar esas palabras de lo nervioso que estaba.

-L.M: ¿Qué pasa?

L.M respondió con indiferencia.

-Yo: ¡¿Qué hubiera pasado si nos hubieran descubierto?!

Mi corazón no volvía a su ritmo normal.

-L.M: Tranquilo, no nos descubrieron, además solo nos hubieran echado del lugar.

Él lo veía como si no fuera nada malo.

Me levanté de las piernas de él y me arreglé la ropa. Después de terminar me senté de nuevo en mi asiento.

L.M se levantó y agarró dos platos del carrito, uno de ellos lo puso al frente mío y el otro al frente de él.

Empezamos a comer sumergidos en un incómodo silencio.

-L.M: ¿Está bueno?

Solo me limité a emitir un sonido de afirmación. Me sentía molesto y ni siquiera quería mirarlo.

-L.M: Lo siento.

Esas dos palabras me llamaron la atención y alcé la mirada del plato para observarlo a él.

-L.M: Se que fue un poco impulsivo de mi parte, por eso lo siento.

Dejó los cubiertos a un lado del plato y me miró esperando por una respuesta.

En su mirada pude notar que estaba hablando con sinceridad. Tomé un gran suspiro antes de hablar.

-Yo: Está bien, solo come.

No lo estaba perdonando, solo quería hacer tiempo para calmarme y no podía verlo así. Sus ojos empezaron a emitir un brillo tenue.

Pasamos la comida hablando de cosas triviales y sin relevancia, poco a poco fuimos terminado los platillos que habíamos ordenado hasta quedar satisfechos.

Al terminar de comer el mesero entró con una chica para recoger los platos.

-Mesero: Esperamos que la comida haya sudo de su agrado y la hayan disfrutado.

Yo solo respondí con un simple "Gracias".

La chica al recoger mi plato solo me dirigió una dulce sonrisa.

Al salir del restaurante me di cuenta que el sol se estaba ocultando.

Habíamos pasado mucho tiempo en el restaurante.

Ya estando en el carro pregunté:

-Yo: ¿Vamos a la casa?

-L.M: Te tengo una sorpresa más.

Me respondió mientras encendía el carro, lo miré con cierta curiosidad pero después dirigí mi mirada hacia el frente.

Habíamos estado más de 20 minutos y el sol se había ocultado dejándole el escenario a la luna.

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