La cabeza me duele demasiado, siento como si tuviera un taladro en la misma. Me pesan los ojos, no puedo abrirlos. Incluso hasta me pesa el cuerpo, creo que podría estar acostada todo el día.
La habitación da vueltas, me mareo, siento náuseas. La sensación se me pasa por unos segundos, para luego volver con mucha más fuerza.
Me quejo sin abrir los ojos, y me llevo ambas manos hacia mi estómago. Y es ahí cuando me doy cuenta de que estoy desnuda, sólo visto con mi ropa interior.
Alguien suspira profundamente a mi lado, como si se encontrara sumido en un profundo sueño. Un suspiro que me obliga a abrir los ojos de manera repentina.
A mi derecha hay un hombre vistiendo sólo con su bóxer azul. Se encuentra de espaldas a mí, completamente dormido.
Me incorporo de inmediato, y por acción natural, cubro mi cuerpo con la sábana. En ese entonces, noto que no estoy en mi habitación. Definitivamente este lugar varonil no es el mío.
¿Dónde estoy y con quién? ¿Qué demonios hice anoche?
Oh sí, el bar. Estaba aburrida en el departamento, cansada del encierro, que me vestí y salí para embriagarme un poco. Entre copas y copas, me encontré con el hombre que yace aquí. Hasta eso recuerdo. No sé cómo diablos accedí a pasar la noche con él.
Bien, Mackenzie, oficialmente eres el mayor desastre de los desastres.
Un pensamiento llega a mí con la fuerza de un huracán. Yo no tomo pastillas anticonceptivas... ¡Dios, por favor, no!No es el momento para sufrir algún accidente sexual. Y menos con un completo extraño.
Busco de manera desesperada por la habitación. Por favor, espero encontrarme con alguna señal de que al menos el hombre se cuidó.
El envoltorio de un condón está tirado junto a sus jeans, y a pocos centímetros, se encuentra el preservativo usado. Suspiro aliviada, en verdad muy aliviada.
Me detengo a observar al hombre que sigue durmiendo, sin haber notado todo el ruido que hice. Parece ser mayor a mi edad, muy mayor. Y al observarlo más detenidamente, puedo notar con facilidad que no es para nada mi tipo. Ay, Mackenzie.
Estoy muy enojada conmigo misma, me siento terrible. Y hasta podría decir que sucia. Ya estoy exagerando, ya me estoy castigando. Será mejor que detenga a mis pensamientos.
Y será mejor que salga de este lugar. Así que una vez que me encuentro vestida, y junto mis pertenencias, salgo de un edificio de mala muerte.
Ahora la gran pregunta es: ¿dónde estoy?
Me toma varios minutos reconocer el barrio en donde me encuentro. Aún continúo maldiciendome por haber aceptado tal invitación a este horrible lugar.
Para mi buena suerte, aún llevo algo de dinero en la chaqueta. Espero que sea lo suficiente para pagar un taxi al departamento, o al menos a un punto cercano.
Llego, y lo primero que deseo hacer es ducharme. Quitarme cada huella de la noche que tuve. Y luego de eso, dormir. Se me parte la cabeza, y me siento exhausta. No planeo salir de la cama en todo el día.
Así que luego del refrescante baño, me pongo mi pijama favorito y me acuesto. Pongo a cargar el celular que se encuentra muerto sin bateria, y en cuanto se enciende, me llegan varios mensajes de Jared. Al parecer se molestó luego de haberlo bloqueado de todos mis perfiles.
Sus mensajes de texto son de enojo, y a su vez con pizcas de amor. O eso es lo que él cree. Me sigue reclamando como suya, dice que no soy ni voy a ser de nadie más.
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Tú, mi refugio
RomanceA Mackenzie le rompieron el corazón. Las personas que menos esperaba, a quienes más amaba y consideraba su familia, fueron los causantes de su dolor. Su mejor amiga y su novio juntos. Desde ese entonces, Mackenzie se siente sola y devastada. Y al n...