~Capítulo 26~

6.1K 654 62
                                    


Cuando pasó lo que pasó con Jared y Alice, llegué a creer que nunca pero nunca más iba a sentir las tan famosas mariposas en el estómago. Literalmente creí que ya no había lugar en mí para todo lo que requiere gustar de alguien.

Sí, me gusta Aiden. Mentiría demasiado si dijera que no es así en absoluto. Pero no puedo engañar a nadie, ni siquiera a mi misma, porque al verlo se nota a leguas que me enloquece a un nivel inigualable.

Supongo que ante una desilusión amorosa es normal creer que jamás vamos a permitir que alguien llegue a tocarnos el corazón. Pero, aunque cliché, todo es cuestión de tiempo para que el dolor desaparezca, las piezas se acomoden y así volver a entregarnos al sentimiento que nos negamos, pero que luego entendemos que no podemos evitar por mucho tiempo, porque sólo pasa, y ya.

Mis piezas no están del todo acomodadas, hay mucho por hacer, pero demasiado. Pensar hoy en mi recuperación, me resulta algo imposible. Pero pensar en que quiero recuperarme, es un gran paso, siendo que anteriormente me negaba a creer que tengo un problema.

Y hablando de eso, ahora me encuentro en el grupo de apoyo. Hace veinte minutos que la charla comenzó, y ya escuché una historia que me tuvo al borde de las lágrimas. No creo ser capaz de no llorar en la siguiente que escuche.

—¿Quién quiere compartirnos su historia? —pregunta Maureene, pero me mira a mí. Aún no estoy lista para hablar. Pese a estar aquí, aún no me veo capaz de contar mi historia a personas que no conozco.

Una chica de rizos oscuros levanta la mano un tanto temblorosa, en su rostro es fácil notar sus nervios, y la angustia que viene arrastrando.

—Me llamo Claire —dice y baja la mirada. Juega nerviosa con sus manos, cierra los puños y aprieta con fuerza, hasta que sus nudillos se ponen blancos.

—Claire... no es necesario que hables si aún no estás lista —le dice Maureene, y Claire se echa a llorar.

—Necesito hacerlo —responde y respira profundo una, y otra, y otra vez. Todos los presentes le damos su tiempo, respetamos su silencio. Hasta que finalmente, suspira, nos mira a todos y comienza a hablar— Tengo dieciséis —de tan sólo escuchar su edad, un dolor punzante se hace presente en mi estómago— Estoy aquí porque mis padres están preocupados por mí, quieren que mejore, pero yo no sé si pueda. No puedo decir, como la mayoría de ustedes, el tiempo que llevo sobria, porque no lo estoy. Mis padres creen que sí, pero no es cierto —se encoge de hombros y se cruza de brazos— Empecé a beber a los quince, cuando mi hermano se suicidó. Nunca podré comprender por qué lo hizo, o por qué no me dejó al menos una estúpida carta —se seca las lágrimas que salen disparadas desde sus ojos, pero las mismas no dejan de salir— Lo encontré yo. Esa tarde volví del instituto con dolor de cabeza, y él estaba en su habitación con la música demasiado alta, tanto que hacía que mi jaqueca fuera más fuerte. Fui a pedirle que baje el volumen, pero al no tener ninguna respuesta, entré y ahí estaba él junto al arma que no sé de dónde la sacó —sus hombros empiezan a temblar, se tapa el rostro y escuchar su llanto provoca que en mis ojos las lágrimas comenzaran a picar. Claire deja su rostro al descubierto, está colorado, y sus ojos se empiezan a hinchar— Aún recuerdo toda la escena, pero prefiero no hablar de ello, ya tengo suficiente con mis pesadillas —toma dos tragos de agua del vaso que un joven le entregó— Éramos muy unidos, todo lo hacíamos juntos. Creo que por eso me merecía al menos una horrible y estúpida carta de despedida. Lo odie por mucho tiempo por eso, por no hablar conmigo, por lo que hizo. Fue tanto mi odio y enojo hacia él, que empecé a beber hasta dormirme y así dejar de pensar en él, en lo que hizo. Es fácil conseguir alcohol cuando mi mejor amigo es quien me lo compra, yo sólo debo robarle el dinero a mis padres, el resto depende de él, ya que es mayor de edad —niego con la cabeza ¿qué clase de mejor amigo es ese? — Mis padres aún no se dan cuenta de la falta de dinero —se ríe — Supongo que estamos bien económicamente que no notan la falta de unos pocos dólares. Intenté estar sobria, lo juro. Pero cuando hice mi intento, comenzó a tentarme la idea de suicidarme como Travis. Prefiero el alcohol antes de pensar en la idea de cortarme las venas o tomar pastillas.

Tú, mi refugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora