~EPÍLOGO~

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Cuando las piezas rotas, de a poco, a su ritmo, forma y manera, vuelven a encajar en su lugar, todo tu ser parece que se siente en paz, tranquilo y seguro.

O al menos así me siento, en paz, tranquila, y segura. Y tuve que pasar por mucho para lograrlo, incluso hasta creí que jamás me iba a pasar.

Cuando tus emociones están en el suelo, a veces te encuentras con alguien que te dice que todo va a estar bien, que ya va a pasar. Y tú, desde tu roto lugar, sientes que no, que se equivocan, que nada va a estar bien, y que nada va a pasar.

Con mi visión distorsionada, jamás creí en las palabras de Aiden, en las de Jeremy, o en las del grupo de apoyo. Su "todo va a estar bien" para mí significaba que todo iba a seguir siempre igual, mal, horrible.

Pero para que dejara de ver todo oscuro, me tuve que aferrar al amor, al cariño, la amistad y compañerismo. Y tuve la suerte de encontrarlo en personas geniales, que valen oro, y hasta mucho más, si es eso posible.

A mí me salvó el amor, y es por eso que no comprendo cuando dicen que el amor duele. No, el amor no tiene que doler. A mi entender, si duele, no es amor.

Y al hablar de amor, uno no sólo se basa en una pareja, no. Hay muchas, millones de cosas que se pueden catalogar como amor.

Hoy, desde mi sano lugar, amor es el abrazo que Tyler me da cada vez que me ve. Son sus dibujos, y los secretos que me comparte al confiar en mí. Amor es Nancy compartiendo un té conmigo, haciéndome sentir cómoda, a gusto y en familia.

Amor es el ronroneo de Chimuelo a la hora de la siesta, es el roce de su pequeña cabeza contra mi cuerpo. Amor es las risas que Jeremy me provoca, son sus abrazos y su incondicional amistad.

Amor son los besos de Aiden, únicos y deliciosos. Son sus caricias, es su sonrisa, su hoyuelo, su mirada al verme. Él en sí es amor.

Y por último, y no menos importante, amor es la aceptación que tengo hoy conmigo. Es la sensación de que soy mi amiga, y no mi enemiga. Amor es la sonrisa que veo en el espejo al darme una devolución.

¿Cómo es posible que digan que el amor duele? ¡Por favor que quiten eso del mundo que bastante mal está como para que digan semejante atrocidad!

El amor no duele. El amor sana, reencuentra, te hace sonreír, reír, te eriza la piel, te colorea las mejillas, te hace sentir cosquillas en la panza, te trae paz.

Puede que no siempre sea algo que está lleno de color, eso es cierto, pero no por eso debe doler. Se acepta un momento gris, sepia o hasta negro, sólo un momento. Pero si ese momento se extiende, y duele más de lo esperado, y te hace llorar, maldecir, y sufrir, entonces, ya dejó de ser amor.

Gracias al amor, de las mil formas en que lo encontré, dejé la bebida. Fue mi impulso, mi fuerza de valor, y hoy llevo ya casi cinco meses sin beber.

Me siento orgullosa de mi logro. Siento que si pude contra el demonio del alcohol, que tanto dejé que me ataque, voy a poder con todo, con mucho más.

Me siento llena de fuerzas, de valor. Y eso es algo que nunca tuve en mi vida, al menos no con esta misma intensidad.

Muchas fueron las veces que tuve ganas de saltar al vacío para luego perderme en el impacto, desaparecer y ya no tener un nuevo mañana.

Pero hoy tengo alas para volar. Hoy me animo a todo. Hoy tengo personas que me acompañan en el vuelo, o me reciben en el aterrizaje con los brazos abiertos.

Aiden es una de las personas que vuela conmigo, cuando de él se trata no tengo miedo, ni siento inseguridades.

Aiden no es incertidumbre, es la respuesta a todo. Es mi guía, es el que me recuerda el motivo por el cual me siento viva. Aiden es color.

Y lo más hermoso de todo, y lo que mucho me ayuda, es que me hace sentir valorada con él fuera de juego, y pensando sólo en mí.

Lo amo, pero lo amo mucho, demasiado. Y pensar en lo mucho que lo amo, o decirlo, parece que nunca es suficiente, nunca alcanza.

Es inmenso el amor que siento por este hombre.

—¿En qué piensas tanto? —Aiden me abraza por detrás, y cuando su perfume llega a mi nariz, suspiro enamorada.

—En ti.

Hace que lo mire, y cuando mis ojos están en los suyos, aparta el cabello de mi rostro y medio que sonríe.

—¿Bien o mal?

—Jamás podría pensar mal de ti.

Sonríe.

—¿Puedo saber qué pensabas? —coloca sus manos en mi cintura, mientras que las mías se relajan sobre sus hombros.

—Pensaba en lo mucho que te amo.

Vuelve a sonreír.

—¿Si? Bueno, eso es lindo, pero no creo que me ames más de lo que yo te amo.

—Mmm, yo no estaría tan seguro.

—¿Me amas mucho? —pregunta cerrando los ojos.

—Mucho es poco, pero decir demasiado tampoco parece ser suficiente. No sé definir la cantidad, porque creo que aún no la han inventado. Pero te amo, Aiden, inmensamente, mucho, demasiado, con todo, con más, con mucho más, y más que eso... te amo.

Abre los ojos, y me mira. Lleva un brillo hermoso, y una sonrisa igual de hermosa también. Llevo una de mis manos hacia su rostro, lo acaricio, y él deja caer su cabeza sobre mi mano.

—Inmensamente, te amo más.

Sonrío.

—Me gusta que se diga así, inmensamente.

—Que así sea entonces, siempre inmensamente.

Sonreímos y nos entregamos a un beso, que al menos a mí, me eleva, me abraza y me cuida. Es un beso que me hacer sentir en las estrellas, o ser una de ellas. O tal vez es su amor lo que me hace sentir así.

No lo sé. Sólo sé que estoy agradecida por su amor, y que es un lugar que no planeo abandonar. Él es mi mejor lugar.

Alguien se aclara la garganta, por lo que nos vemos obligados a separarnos del beso. Y cuando lo hacemos, nos encontramos con la empleada de bienes raíces sonriendo, viéndonos desde el umbral de la puerta de la habitación.

Aún sigo ahorrando dinero, pero ya me encuentro visitando departamentos. Éste va siendo el quinto del mes, y en realidad, es el que más me viene gustando.

—Hay un departamento disponible a dos calles de aquí—me informa Elena, la empleada.

—Te lo agradezco, pero no quiero ver otro. Éste me gusta mucho —le respondo sonriendo, imaginándome en el lugar.

—¿Hablamos de precios?

—¿Aunque aún esté en plan de ahorro? —le respondo a su entusiasmo y se ríe.

—Aún así.

Elena nos vuelve a dejar solos, y cuando lo dice, sonríe. Con Aiden volvemos a besarnos, sólo que esta vez el beso es más corto.

—Así que, al parecer, has encontrado tu lugar —dice cuando me abraza, cuando me envuelvo en su aroma, y escucho los latidos de su corazón.

—Hace tiempo lo hice —lo abrazo fuerte— Tú lo eres.

Me responde el abrazo con la misma intensidad, fuerza y sentimiento. En verdad que nunca quiero abandonar este lugar, quiero pertenecer por siempre aquí, y espero que la vida así me lo permita.

—Inmensamente, también eres mi lugar.

Sonrío y me pierdo en los latidos de su corazón.

No hace mucho creí que no me merecía a Aiden, ni a su amor. Pero hoy digo que sí, merezco su amor, merezco sentirme amada, merezco la amistad de Jeremy, merezco el cariño de Tyler, merezco la compañía de Nancy, merezco el afecto de Chimuelo.

Y me merezco a mí, sonriendo, aceptándome, siendo mi amiga.

Merezco todo lo bueno que me está pasando.

Tú, mi refugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora